10 abr 2014

Entre las islas soleadas de Balears y... entre los archipiélagos de estrellas...

HAY UN MAR. SÍ.

 

Los habitantes de Berlín

descubrieron al mismo tiempo que los rusos que

 

hay un mar en algún lugar

 

(ya sea entre las islas soleadas de Balears,

o ése que es insondable interrogante entre los archipiélagos de estrellas de las noches mediterráneas).

 

Hay un mar. Sí.

Y quizá sus mareas han llenado aquellas escondidas y transparentes calas de posidonias de color topacio y con sus burbujeantes crecidas con suficiente agua para el nacimiento de manantiales de vida como en la Albufera de Valencia.

 

Los enfermos y tullidos se echan en la orilla,

cubren sus cuerpos con el fino barro previendo el milagro. Y por fin, por fin… un mar, un ramillete de vientos y una lengua que acoge junto a ella ochenta idiomas.

 

Hay un mar. Sí.

Un mar que se bebe la luz, que infunde, poco a poco color: rosa en las pieles delicadas escandinavas, bronce en los niños y felicidad en el pecho de las mujeres.

 

Sí, sí. Ese mar

donde los copos de espuma derramados sobre los bañistas se descomponen en pájaros blancos alrededor de sus cabezas, volviendo a caer en una delicada avalancha de flores, existe.

 

Eterno milagro,

belleza una y otra vez nacida bajo almendros, olivos, granados y naranjos.

 

                                                               Johann R. Bach

1 comentario:

  1. He de aprender a componer lo que nos quieres dar a entender,,,, puede que seas romántico,, pero enigmatico en tus expresiones,, Es mi manera entender tus poema,, un abrazo

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