LOS SERAFINES TOCAN EL SAXOFÓN
El susurro de las ballenas
es lo que más me llena,
dice el displicente rapero
cantando al mundo entero…
Los serafines tocan el saxofón
colocados sobre los árboles, las mujeres enloquecen y se desmayan en sus conciertos y el
poeta sueña eternamente
con ser el director de la orquesta;
sabe
de los grandes intereses del hombre: aire y luz, lluvia y estrellas, la alegría de tener un cuerpo, la voluptuosidad de mirar.
El vacío imaginario del aire
fulgura en torno a nosotros por todas partes. Sus sonidos, como el de las ballenas, no son angelicales palabras; sin embargo,
nuestras almas sin fraguar
se reconstruyeron más definidamente a partir de materiales reciclados de furiosos seres.
Lo que sustenta a los serafines es la luz
y para ellos es como una peluquera de halos, fecunda joyera… Bajo unos sagrados moldes el sol cocía ángeles u hombres.
Abrumados hombres
hicieron ángeles del barro y el sol, y con la luna hicieron sus propios fantasmas figuras homólogas de una simetría especular.
Somos hombres del sol y del día
mientras que la noche nos llena de ansiedad y repetimos los más antiguos sonidos del aire en un acuerdo de significados donde
la voz que dentro de nosotros es grande
va subiendo, mientras permanecemos con la mirada fija en la redondeada luna.
Con el tiempo
los serafines han mejorado sus ritmos y continúan actuando encaramados en los árboles como si no pasase nada.
Johann R. Bach
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