8 abr 2013

9. LOS HOMBRES DE MI VIDA (Sebastián)

9. LOS HOMBRES DE MI VIDA (Sebastián)

SEBASTIÁN

 

Cuando lo vi por primera vez

me dio la sensación de un muchacho tímido y retraído; delgado y ágil en sus andares. Las amigas me lo presentaron con su apodo: El Filósofo.

 

En sus ojos nada delataba

trastornos emocionales ni de cualquier otra índole. El acné sobre la nariz y alrededor de la boca no era raro en otros muchachos de su edad.

 

Solía ir en mangas de camisa

casi todo el año y el pantalón marengo propio de personas de mayor edad no levantaba sospechas sobre su personalidad. Solamente se le tenía por un poco extravagante.

 

En realidad nunca decía cosas coherentes,

pero todos creíamos que eso era debido a una actitud contestataria propia de los jóvenes estudiantes de aquella época.

 

Mi amiga Carmen me advirtió

de que era más raro de lo que parecía. Ella, estudiante de matemáticas, intentó mantener algún tipo de comentario sobre la utilidad de las matemáticas. Sebastián repetía una y otra vez que ella no tenía razón, pero no le decía en qué no tenía razón.

 

No tienes razón, no tienes razón –repetía sin parar-,

lo que la asustó y se zafó de él como pudo. Se había apercibido de que los conceptos matemáticos eran extraños al mundo de Sebastián.

 

Eso no le extraño a Carmen

porque eso le pasa a muchas personas. Sin embargo los no entendidos en matemáticas no van presumiendo de expertos analistas y mucho menos se hacen pasar por grandes filósofos.

 

Como cualquier chica ingenua

con ganas de escapar de la garras de unos padres autoritarios me casé con él. Desgraciadamente las cualidades que de él se comentaban no existían más que en mi calenturienta imaginación.

 

A las pocas semanas, al volver del trabajo,

lo encontré sentado en el bordillo de la acera, frente a nuestra casa, con los ojos perdidos no me reconoció. Tenía una mano como tapándose la oreja e incapaz de articular una palabra.

 

En el hospital lo observaron detenidamente

y el diagnóstico cayó sobre mí como una bomba. Se trataba de una esquizofrenia grave. Fue internado en un centro a esos efectos. No sólo me sentí abandonada sino que además estaba embarazada.

 

Para mí eso del primer amor nunca existió

                                                                                         Silvia M. Folch
                                                                          Web: www.homeo-psycho.es

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