25 mar 2013

EL DESCUBRIMIENTO DE DESCARTES

  EL DESCUBRIMIENTO DE DESCARTES

Aquella tarde, ¿recuerdas?

quise hacerte olvidar aquello que te hace sufrir. Olvida todo lo que no ha de pasar, saboreemos sólo los astros luminosos que atraviesan la pura claridad del cielo de una noche sin nubes; cómo la luna sube sobre el mar.

 

Sabemos muy bien:

que en la noche todo resplandece, que un destello se alza como una sombra blanca en el brillo mayor de la negrura. Aquella tarde quise que tomáramos sin reservas el camino de un mundo que en todo se asemeja a la luna.

 

Como el viento que sopla su secreto

volvería a enseñarte lo que es un paraíso, la calma en una habitación con un piano de testigo, el rumor de las hojas de los libros callados y hacerte conocer lo suave de tu aliento.

 

Enseñarte una cereza roja,

aquella misma, tan lejos de nosotros y a la vez tan bella, y recoger una violeta, aún joven, ya perdida que aprendes a encontrar en tu regazo.

 

Mira, mira la calle,

sus árboles y sus gatos, la espalda tierna del despreocupado aprendiz. ¿Son realidades o sólo dulces sueños?

 

Todo discurre,

amistoso y lento, en la lejanía. Y este llano corredor del Mediterráneo, tan suave que nos lleva: descansemos, soñemos que actuamos, consintamos que el alma, feliz nos sobrepasa, cansada de correr como en la infancia.

 

Parece que siempre debe ser así.

Cuando un lugar se aleja de nosotros, mira: todo espera, la clara oscuridad y la luz más honda se reparten sin distinción posible una cereza roja.

 

Una calma extendida

por un tiempo incontable ondea en el viento, tus ojos se llenan de perlas, y tus cabellos puros se mezclan con el mundo y todo es bueno: los soldados que van a la guerra, el azufre y humo de pólvora de dragones de cartón y hasta los poemas de un pobre escritor.

                                                                                              Elisa R. Bach

 

Si se piensa a fondo

y se capta el sentido de este poema se verá que es uno de los más sabios consejos de Descartes que entre otras cosas, al final de su vida dijo una cosa muy original:

 

"Toda mi vida

ha estado plagada de desgracias, la mayoría de las cuales no sucedieron nunca".

 

Con este pensamiento

que hice mío desde muy joven, con apenas veinticuatro años, he conseguido el primer premio en tres ferias de productos chacineros;

 

desde entonces la receto

en todas mis prescripciones junto a la advertencia de lo nocivo que es para la salud tomar lácteos, pescado y fruta, o ser vegetariano.

 

En Rusia al igual que en China y Canadá

tomaron buena nota de mi psicología nacida de mi amistad con Descartes y desde que descubrieron los maravillosos efectos de esa misteriosa frase la cosecha de trigo se ha multiplicado por diez y su precio por cinco.

 

Es una arma letal para los gusanos

-de dos o cien pies-. Sí, sí, no abráis tanto la boca porque de boca cerrada no salen moscas.

 

No fue Descartes

quien descubrió las fuentes del Nilo, pero fue el primero que dijo que quizá Cleopatra no fuera tan bella y sí más estúpida de lo que nos han contado:

 

"Yo dudo de mi inteligencia,

de que estoy vivo y puedo amar. Puedo dudar de todo, pero de lo que no puedo dudar es de que estoy dudando". (Descartes)

 

"El que pueda amar, que lo haga

sin entretenerse ante la duda, que rompa el nudo gordiano que atenaza la garganta frente a la abundante saliva que se abre paso junto a la lengua". (Johann R. Bach)

 

                                                                            Leo P. Hermes

                                                                 Web: www.homeo-psycho.es

                                                           Mail: johannboss@gmail.com

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