16 oct 2012

EL POEMA COMO MEDICINA DEL CUERPO Y DEL ALMA

       POEMA VIS MEDICATRIX  (La fuerza medicatriz del poema)

 

El poema

como único motivo de vivir para muchas criaturas, y tú os tocáis. ¿Con qué? Con el roce de las alas, con el roce de vuestra propia lejanía.

 

De joven te parecía

que las heridas siempre cicatrizarían rápidamente y la fuerza de tu cuerpo no sólo no reconocía límites sino que creías que crecería constantemente. Aún desconocías la inercia y las fuerzas que la frenan hasta anularla.

 

A cada problema surgía

otra felicidad vista y curada la peligrosa sequía, el rigor de la luz no socarraba más las flores. Refrescado el ambiente por la lluvia susurraban los valles centelleantes coronados de vegetación, los arroyos se hinchaban como tus venas y todas las alas plegadas se aventuraban de nuevo en el espacio del canto.

 

Pero a medida que pasaban los años

observabas que cada vez las afrentas tardaban más y más en encontrar el camino del olvido y que el resentimiento contra todo y contra todos crecía y crecía hasta amenazarte con la parálisis total.

 

A una edad

en que todo proyecto se te mostraba fútil, pero aún el aire estaba lleno de criaturas alegres; la ciudad y el bosque rebosaban de trinos renovados; y, sin embargo los que te rodeaban parecían entender que de ti ya no podía esperarse nada,

 

un pequeño

haz de luz azul de una estrella fugaz atravesó la noche. ¿Crees que los dioses habrían abierto las ventanas de la bóveda celeste y alegrado el camino de ese hilo de luz fino como el de una araña para nada?

 

De repente sentiste

cómo la ansiedad desapareció de tu pecho. En aquel momento te dijiste a ti misma: "cincuenta febreros, una montaña. He tenido los ojos cerrados ante lo más viejo del mundo: La poesía. Esa fuerza medicatriz para el alma y el cuerpo que lleva en sus alforjas la musa del amor.  

 

Un simple rayo de luz

descendiendo desde una estrella cura una herida en décimas de segundo como una de tus sílabas es capaz de llenar el mundo de esperanza y hacer que te niegues a tirar la toalla prematuramente.

 

Esos poéticos rayos de luz

han atravesado millones de kilómetros para posarse sobre tus retinas y con su mínima chispa han encendido en ti el fuego necesario para saborear la noche y llenar tu alma de dicha.

 

Tan viejo como las piedras y el mar

el poema revoloteando como las abejas alrededor del roble, es capaz de cicatrizar las quemaduras de la piel y las grietas del alma.

 

Deja a un lado tu orgullo,

llora, detente, estrecha a tu amigo el poema, escucha las palabras que te curaron con arte celestial tus penas de amor y vuelve tus ojos a los versos que atravesando el viento de la noche supieron esperar.

 

                                                                           Elisa R. Bach
                                                                    www.homeo-psycho.de

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