TAZAS FRÍAS DE CAFÉ EN S'ARENAL
Las tazas de café eran a veces
preguntas que se iban quedando frías
o respuestas amargas, con el azúcar
en el fondo sin disolver
y la soledad le indicaba el camino a tus ojos
hasta que se te abrieron las plazas melancólicas,
cuando aquella antigua oficina de cambio
ya no saludaba con su imagen en la ventanilla
al sol de aquel octubre en la playa de S'Arenal.
Un rumor de noticias y curiosidades
penetraba día a día en la debilidad
de las cafeterías vaciadas de turistas,
en el desorden del apartamento,
en las maletas ofendidas,
en la ropa cansada del armario,
en los ojos estúpidos
y también maltratados de tus fotografías.
Aunque no lo dijiste, mirabas la realidad
como el hombre agotado
que vuelve tarde a casa después de traicionar,
por un fruto que apenas le convence.
El mundo es más sencillo
cuando se complica de verdad.
Saliste airosa de una batalla entre libros,
de un bosque de fuertes y fronteras,
de vientos sin raíces que se mueven
con la fatalidad de los relojes,
de la obligación de hablar otra lengua,
entraste en el laberinto de una memoria seca,
donde hasta los mismos dioses se descomponen,
pero ahora suplicas en silencio
a ese Lago de los Sueños, mar inapelable
que te acompañe junto a un otoño
con todas sus metáforas y sus ocasos,
que siga bañando con su luz
tu soledad en medio de la bella Bahía de Palma.
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