HAS VUELTO A BARCELONA
Has vuelto a Barcelona.
Todo aquí es tan sencillo
como no haberse ido.
Has vuelto a Barcelona
esperando otra suerte.
No has de levantarte temprano
si no quieres ver cómo sale el sol
ni enfrentarte a la tinta con frío.
Aquí el clima es templado
y todo exceso se inclina hacia el calor.
Miras las rosas de algún balcón,
las carpas de colores
de los pequeños estanques
del famoso Parc Güell,
el vuelo de aves verdes exóticas
que, como un aviso,
están colonizando el Mediterráneo
donde aún anidan ojos amables
y sonrisas de agradecimiento.
Alguien dijo que la poesía,
es también un tiempo
como un coleccionista de antigüedades.
Tú empiezas a ser una de ellas.
No te sientes envejecer
(el deseo aún enciende la mente
y el cuerpo -aunque eso no basta),
aún escuchas a vecinos y amigos,
y oyes en el viento alegres trinos.
Tu ventana como una página abierta
permite ver la caligrafía picuda
de las torres de la Sagrada Familia
y como sostienen el aire, antiguo
como los cartagineses.
Pero sobre todo eso danza la vida
-más intensa aún por estar en vilo-,
Las miradas, las risas y la música
de una lengua que concibe el mundo
y lo despliega ante ti,
como nunca antes lo habías visto.
En el fondo, rozando el horizonte,
suena la sirena de un barco
y pían los gorriones.
Todo es tan sencillo,
como la calidez del sol
sobre tú pecho
en este viejo jardín.
Todo es tan sencillo,
los árboles de Las Ramblas,
la Iglesia del Mar1
las Cocheras de Sants,
el viejo barrio de pescadores
de La Barceloneta,
como no haberse ido.
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