NOCHES DE JUNIO EN PARIS
Con sueños que a menudo no se recuerdan
y con los recordados danzando en la mente,
con el insomnio del café, su inquietud
y la que tiembla un segundo después
del portazo del vecino a su esposa,
con la luna y con el amor levantaste la noche.
Con la ropa cansada, sin lavar, en la lavadora,
con las nubes amenazantes,
con la música de jazz de Radio FIP (París)
con los decibelios justos para no molestar,
los postigos semiabiertos a la tormenta,
con los versos de Rilke y tus autoconfesiones,
con la luna de junio y el resentimiento
levantaste la noche. Y también
con la estrella polar sobre los barcos
de tu imaginación de filósofa amorosa,
calmando la hoguera de tu pecho,
soñando con el tiempo detenido tu primer abrazo
y aquellas lágrimas de auténtico placer
de un interrogatorio con abundantes besos;
con la luz amarilla,
con el silencio de los hospitales
levantaste la noche.
Al recuerdo de familiares y amigos regresas
Flotando sobre la luz de los faros de los taxis
Nocturnos y su rumor de palabras mecánicas
y la historia es en ellos un afluente más
del Sena a punto de desbordarse.
En una noche blanca están todas las noches
y el tiempo inevitable ha sucedido
para dejar tu sueño en esa cama
donde tus ojos vieron el fuego
de una noche infinita. Las calles
estaban en llamas y sentían el frío
de los árboles agotados y al levantar la noche
no sabías si la escondías o la guardabas.
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