4 jun 2012

El final triste de la crisálida da origen a la alegría de la mariposa. Un poema original de Elisa R. Bach (www.homeo-psycho.de)

LA ESFERA DE RIEMANN

 

Suena el despertador.

Aún no sabes dónde estás,

la almohada está mojada de saliva,

los primeros hilos de luz

entran por las ranuras de las persianas,

 

una preciosa mariposa roja – perfil negro- reposa

                                                  al otro lado del vidrio;

 

No sabes si aún estás soñando,

si realmente ese bellísimo insecto

respira, llena sus pulmones de aire

y orienta sus frágiles alas como los girasoles

y acumula calor en su corazón para amar, o es

 

sólo la imagen de una crisálida sobre el cristal

 

que vive, arrastrando sus anillos como cadenas,

sobre un paisaje plano y en otro tiempo,

condenada a multiplicar sus músculos y a soñar,

eternamente, que de la corteza de sus hombros

crecerán hermosas alas para poder posarse

 

sobre el cristal de la ventana de tu esfera.

 

Todo el Universo empieza a girar,

empiezas a recordar que contiene cosas,

por ejemplo tú, Cadaqués, el color magenta

y el anaranjado del amanecer.

Podrías aumentar la lista porque el universo,

                                                                   se sabe,

 

puede coincidir con el infinito sueño de ser Nada.

 

Podrías proponer el verano de 1973,

o una pareja de cigüeñas que regresan

a su nido de verano en un campanario,

o los chicos Migale lassiodora

que se enamoran de la maestra,

 

o el poema que se conoce antes de ser leído;

 

y todavía nada habría empezado

a perder su derecho al vacío.

Tú construiste tus propios mapas:

Te situaste en el punto más alto

de una esfera imaginaria donde

 

todo punto del paisaje tiene en ella una

                                          y sólo una imagen.

 

                                           Elisa R. Bach
                             www.homeo-psycho.de

 

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