UN PAISAJE PARA CADA SOLEDAD
Sabes que, a veces, el tierno amor
escoge sus lugares y cada pasión
tiene un rincón, un modo diferente
de abrazarse ante una pantalla de TV,
o de apagar las luces. Sabes que hay
espacios declarados de interés especial
bastante más tarde de ser recorrido
por tus pasos como gozoso paseo.
Sabes que hay el recuerdo de un beso
en cada portal y ascensores
que hubieran deseado quedarse
quietos, sin electricidad, observando la escena,
miles de escaleras llenas
de pequeños paréntesis en cada rellano.
Cada ilusión tiene formas distintas
de incendiar corazones o pronunciar
los nombres al coger el teléfono.
Cada alma busca un atajo para tapar su sombra,
desnuda, con las sábanas cuando suena
el despertador. Hay una fecha
en cada esquina, junto a un árbol
de cada calle, un rencor deseable,
un arrepentimiento, a medias en el cuerpo.
Cada amor tiene números o letras diferentes
para escribir: "volveré a las 23.30 horas"
como una invitación a una larga noche
bajo la música de una lluvia torrencial.
Como el primer cigarrillo, los primeros abrazos
también escogieron su taberna y se ampararon
en los decorados públicos de Las Ramblas.
Así cada escena marginal donde las fiestas
juntan la soledad, la música y el deseo,
se viste con sus mejores flores y galas,
casi siempre con retraso, precipitadamente,
y no en la oscuridad, sino en esas horas en que
cada tiempo de dudas necesita un paisaje.
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