LOS BATELEROS DEL VOLGA, CERVANTES Y BAUDELAIRE
Hasta los bateleros del Volga
querían que se les escribiera un poema,
que se les reconocieran sus pies destrozados
al acarrear barcazas cargadas de trigo
y que sus manos encallecieron
construyendo miles de puentes
y que fueron ellos los que transportaron
los ríos para que bebieran miles de criaturas.
También las trementineras se lanzaron
por alguna extraña razón,
a través de los bosques en busca de aventuras
culminando su vocación por la salud familiar.
La tierra no fue generosa con ellas
a pesar de que pretendían
la Salud para un nuevo mundo
ni tampoco el río Nervión supo agradecer
los sacrificios de cientos de mujeres
remolcando gabarras como sirgueras rusas.
Y tú Miquel de Sirvent –Cervantes-,
leal al más desafortunado de los andantes,
amigo de galeotes y tuertos,
por los campos de la noche sal si puedes
de nuevo para denunciar el plagio
de aquel otro Miguel -el Strogoff- correo del Zar.
Pero no estás tan solo como pudiera
parecerlo El Quijote. Otros siguieron tus pasos:
Rilke construyó un auténtico Castillo
con sólidos muros de ladrillos hechos de versos
y Kafka desveló todo el absurdo
del más inmundo de los procesos
y aunque haya gentes que dicen
que La Gran Muralla ya tiene otro defensor
que se encarga del caso ante un juez
ignominiosamente "imparcial" y "justo"
la vida debiera ser un colosal Volga
donde Baudelaire pudiera gritar: "Vive les barricades"
Elisa R. Bach
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