LA NOCHE DE FINAL DE MES
¡Qué pasada!
Por la mañana te levantarás
bailando valses de Johann Strauss;
todo sonreirá bajo un cielo despejado
y un sol prometedor
como tantos a final de mes.
Al mediodía el ritmo de swing
te hará sudar, hasta reventar,
en la Plaza de la Virreina.
Por la tarde te relajará la ducha y la siesta,
luego, después de una película,
cena, pasodobles y ron incluidos.
Entrarás en casa deseando más noche;
tu compañero de piso te dirá simplemente:
"te esperaba".
El atrevimiento con el que te desnudas
volverá a desconcertarlo.
Tú te sacas el luto como íntima ropa negra,
como tu madre lo hacía al ponerse el pijama.
¡Vamos, alégrame lo que queda de noche!
-te dirás parafraseando a "Harry El Sucio"-
Sabes que pronto te encontrarás
con la aurora clavada en el espejo.
Haces mala cara –pensarás en tus adentros-
y tienes los pies sucios de música barata,
has perdido el foulard del último aniversario.
De costumbre –a la hora de los sobornos-
apagarás el amanecer
con una copa más de ron quemado
mientras escuchas el último blues
de Radio FIP saliendo de tu ordenador.
¡Qué pasada! Un simple compañero podría
convertir en rosas las agrias flores del vino.
Mentirás indiferencia para todo lo que no sea
la noche de final de mes y en el Bar Terra,
ebria de vida falsa, seguirás adorándola.
Elisa R. Bach
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