LA MUSICA DE LA NOCHE EROSIONA
Ante tus ojos el mar abierto, al fin,
como otras tantas veces,
te ha descubierto triste, triste
como el sabor de tus labios
gastados ya de besos y silencios.
Ante ese mar abierto,
el viento recorre la distancia infinita,
que ha sembrado una a una las islas,
bajo la atenta mirada de las estrellas
y la suave caricia de la arena
pisada por tus pies, y,
erosiona lentamente tus pensamientos.
Como si todo aquello que has amado
se hubiese sumergido entre las aguas
y tú fueses buscando amaneceres
cada vez más profundos, escribes
como tus orillas lamieron sus delicados pies,
y con letra lenta, decidida grabas las lejanías
que llegan hasta tus ojos y desatan
no llantos ni nostalgias, sino sueños
de ser luz en su cuerpo y en su nombre.
Borraste sus huellas, evitando
el camino de vuelta de su aurora
aunque sus libros, algún poema, sus zapatos
y su olor viven en el fondo de algún armario.
¿Cómo será su noche, qué recuerdos
permanecerán fieles en su mar?
¿Recordará cómo vivieron tantas
y tantas veces cómo tus ojos dibujaban
aquella extraña y erótica geografía?
¿Permanecerá fijada aún tu caligrafía tatuada
en su pecho, ahora ya imaginario?
Como si ya la luz huyera eterna
y no fueran tus ojos para él
sino para pactar una angustiosa paz
en cada ola perdida de tus ansias y en el viento.
En cada viento, al fin,
sin más conciencia que ver
las brasas humeantes del universo
de tus ojos y alrededor tuyo sólo tu cuerpo.
Que el olvido te llame a sus umbrales
y todo ante tus ojos sea la música de la noche.
Elisa R. Bach
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