15 oct 2016

El día entero sientes cómo se seca la goma, cómo se despega poco a poco de tu piel;


LAS CARETAS DEL PLANETA TIERRA


Mira Cassia ese escarabajo,
ha salido del frasco topacio donde guardamos el té. Su nombre es el de un rey, Blatta orientalis.

Oscuro, redondo, aparece de pronto,
las alas recogidas bajo la dura carcasa; con sus delicadas patitas palpa la resbaladiza superficie del mármol; no avanza, ahí se queda –un ojo negro mas no de ciego-, un ojo sacado, separado de sus nervios; un ojo curvo, que todo lo inspecciona. A su alrededor la humedad desaparece y en su presencia el asma se detiene.

Observa cómo se queda inmóvil –un nudo en la garganta que impide hablar e incluso ver a causa de la tos-, algo como un paro cardíaco: es el fin que mira el fin. ¡Miedo y dicha del final! Es la desesperación de los cardíacos: que termine todo: tú y yo y nuestras diferencias.

¡Qué absurdos sentimientos
para almas como la tuya y la mía, pulmonares llenas de esperanza! ¡Todo aparece como tan excesivo…! No nos dejan siquiera un espacio libre, al igual que a ese noble Blatta en su frasco de cristal donde guardamos el té; no nos dejan dar ni un paso así sea hacia el Ápex. Qué historia absurda, ajena, ajena.

¿Qué responsabilidad –pregunta Cassia-
tenemos nosotras en todo esto? Ya sabes que yo sólo dibujo aunque a veces sea por encargo. Ninguna, no cabe duda. Insoportables, aquellas noches y días de un planeta en descomposición. Recuerda aquellas mañanas en la que, apenas despertar (más cansadas aún que antes del sueño), nuestro primer gesto, antes siquiera de lavarnos o tomar el café, era extender la mano para sacar del cajón nuestra apergaminada careta y ajustárnosla al rostro cual culpables, a veces con engrudo, y otras con cola de pescado, y otras más con esa goma pegajosa con la que pegan la piel de los zapatos.

El día entero sientes cómo se seca la goma,
cómo se despega poco a poco de tu piel; temes que te toque la luz, el aire, el agua, una mano o hasta tu propia mano; temes que la careta se separe por la contracción involuntaria de sonrisa; que vaya y dé en tu plato con el guiso de la cresta del gallo, justo cuando dices "no tengo hambre"; no sea que aparezca al desnudo tu hambre brutal, tu hambre insaciable.

Ese desprenderse de la máscara
lo sentíamos siempre más que por lo que nos rodeaba por lo que llevábamos dentro como una dentadura de oro –siempre temiendo que se cayera, esa dentadura que no nos dejaba gritar, ni reír, que mantenía nuestra expresión en la medida corriente y apropiada.

¿Qué más culpa que todo eso?

Cayó la noche como ya sabes Cassia amor.
Ya está oscuro. No veo tu silueta amor. Mejor. No veo tu careta ni tú la mía: no la necesitas para dibujarme tal como soy. En todo caso dibuja aparte esas caretas y ponles debajo un rótulo con sus nombres: castidad, santidad…, recato, decoro…

                                                                           J. R. Bach

1 comentario:

  1. "No veo tu silueta amor. Mejor. No veo tu careta ni tú la mía: no la necesitas para dibujarme tal como soy. En todo caso dibuja aparte esas caretas y ponles debajo un rótulo con sus nombres: castidad, santidad…, recato, decoro…"Gran relato surrealista ajustado a la realidad de la vida ,demasiada mentira,frivolidad ,egocentrismo,..la mascarada recorre el mundo encadenándolo.Ojalá todos pudiésemos mostrarnos desnudos de cuerpo y alma sin prejuzgarnos ni prejuzgar,con la risa espontánea sin emitir muecas de compostura.Somos como somos ,así debemos mostrarnos y a quien no le guste ,agua.Lo importante es sentirse bien con uno mismo y los que te acepten tal y como eres,sin careta

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