9 oct 2016

Bautizan a los frescos labios rojos con el nombre de hojas de viña de octubre;


EL SURREALISMO DE ERMESSENDA

Es cierto, ya no bastan cuatro frases hechas
para nombrar llamas de vela a las estrellas.

Dentro de las cancelas cerradas en la amarilla llama del mediodía -cuando callan las estatuas y los mitos aceptan- las voces se agitan, al principio pura, tranquilamente, y después atronadora por la tormenta y rápidamente en la callejuela junto al bulevar de Pére Lachaise.

Ermessenda y Cassia descubren de pronto los eternos secretos;
por momentos -con naturalidad aplastante- son terribles y temibles como tumbas y poco instantes después de nuevo como tumbas otra vez.

Las dos amigas ignoran el porqué de su afición
a pasear por el cementerio. Como caricias de lejanos y finos dedos llaman a cada cosa por su nombre como jugando con las palabras:

llaman al agua de la fuente, boca;
a los negros y altos árboles de París, desnudos en otoño, solvido;
a la noche entre los andenes del Sena, cordón umbilical; y a los ojos llorosos, "amiga".

Bautizan a los frescos labios rojos
con el nombre de hojas de viña de octubre; a los dientes amorosos, pesadilla; a los purpúreos lechos de amor, abismos;

a las negras aguas del puerto de l'Arsenal, lámpara;
califican a las anclas enmohecidas treno del sueño;
ponen alas de colores a la triste mirada de Orfeo
y en sus manos (de Orfeo) ponen abanicos,

desgarran  sus encendidas faldas trapos de cocina;
adornan sus cabezas con encajes muy delicados
(en el pecho de Orfeo clavan banderas);

echan en el caos de los oráculos, sangre;
y tienden los gayumbos (calzoncillos) de Niko
junto a los espectros blancos (camisetas)
que ahuyentan a los espectros negros.

También las limas (camisas) y picantes (calcetines)
de Bruno adornan junto a sus gerales (pantalones) el tejado
y, vuelven a llamar entre risas a las palmeras tizones;
se detienen con sollozos ante la palabra martillo;

llaman silencio a las "puertas del Monasterio";
en lugar de muerte prefieren decir música en las sienes;
denominan bosque de la noche a sus corazones
y lata y fría tristeza, al invierno.

Es cierto, ya no bastan cuatro frases hechas
para nombrar llamas de vela a las estrellas.
a las que sólo unas curiosas y minoritarias narices
las persiguen como a Venus por el profundo cielo.

                                                            J. R. Bach
                                                     

3 comentarios:

  1. No veo yo a estas Emerssenda y cassia tan subrealistas como parecen y cierto hay demasiadas pocas narices olisqueando el Universo
    Como siempre lo he tenido que leer un par de veces y es que intento ver la metafora que subyace y no es facil no

    ResponderEliminar
  2. "llaman silencio a las "puertas del Monasterio";
    en lugar de muerte prefieren decir música en las sienes;
    denominan bosque de la noche a sus corazones
    y lata y fría tristeza, al invierno."
    Bautizan a los frescos labios rojos
    con el nombre de hojas de viña de octubre; a los dientes amorosos, pesadilla; a los purpúreos lechos de amor, abismos",y podría seguir cortando y pegando este texto plagado de creativos neologismos surrealistas que rompen con el diccionario de una forma lúdica lejos del lenguaje fácil y encorsetado.Gracias por tus imágenes y aclaraciones poéticas o tal vez no entendería ni la mitad .Y seguiré olisqueando,disfrutando, tras tu llama de vela .A veces saludando,a veces en silencio ,pero siempre aquí,poeta.******

    ResponderEliminar
  3. Patricia

    Es increíble la locura que tus dedos dejan a través de tus escritos.
    Se deslizan de tus venas a tu imagen y salen bellas palabras que encadenan sentimientos que los mortales deshacemos en una impresión de gestos como ojos y corazón abiertos con una boca de asombrados labios rojos.

    ResponderEliminar