TIEMPO DE CIRUELAS VERDES
Aún la recuerdo,
con su falda a cuadros como si fuera ahora, cuando, inexperta aún de su carmín en los labios,
deja de columpiarse.
Perezosa, sin saber bien qué hacer, se estira lentamente. Un ligero sudor humedece su blusa blanca
-como el rocío cubre las corolas
de las flores diminutas.
De pronto un rumor sordo
indica que llega ya el invitado, y ella huye corriendo aún en calcetines.
Cuando cruza ante él
-sus mejillas escarlata se han encendido-, avergonzada, una horquilla de oro resbala de su pelo.
Al llegar a la casa se apoya
en la baranda de la terraza. Todos los colores del jardín entran a raudales por sus ojos.
Deseando contemplarlo
vuelve el rostro y percibe el aroma de las ciruelas verdes.
Johann R. Bach
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