NUEVOS SELLOS, NUEVOS BIEUROS1
Por fin el cielo y la tierra
parecen removerse dando señales del final de otro ciclo. Y la inmensa tristeza del soberano se transformará como el tiempo, eterna.
Se agitan sus anchas mangas
al compás del marcial movimiento como investido por el Arco Iris y los metales en su pecho brillando.
El rostro anegado en lágrimas,
como una flor del peral azotada por la lluvia.
Pide al poeta que transmita
su honda gratitud a las generaciones de súbditos sobre los que reinó. Después que quede separado de su Imperio
ya no se podrá oír su voz
ni ver su cara a través de las nubes y nieblas; habrá que cambiar las imágenes de sellos y monedas,
se levantarán nuevas estatuas
de las que él no será ya sujeto ni el objeto. Entre tanto, en la noche avanzada,
una idea me embarga.
Me paseo por mi dormitorio palpando mi ropa y preguntándome: ¿cómo puedo conformarme con mi propia felicidad?
No me queda otra opción que escribir:
un monarca no es sino una flor del aire
sostenida por la tierra, maldecida por los astros y por sus súbditos, respirada por las aves carroñeras;
el aliento
y la sombra de tal coalición, a veces le sobrealzan.
Johann R. Bach
1. Monedas de dos euros
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