Mallorca: Serra de Tramontana
LA TRAMONTANA
¡Viento! ¡Viento! Dicen los visitantes.
No es un viento cualquiera; los marineros lo denominan como a una deidad femenina, Tramontana.
Sí. Después de tratarla,
durante algún tiempo -sin enfrentarte a ella-, puede llegar a ser tu amiga.
La Tramontana no es como otros vientos
que no se sabe de dónde vienen: procede del Norte y habita cuando no aparece en una morada rodeada de frambuesas en las fuentes del Valle del Ródano.
Sueña -como Prometeo-
con aquellas velas blancas que duermen aburridas durante la siesta de Poseidón, con aquellos barcos que no se mueven si no quiere Eolo (su hijo).
Sufrió, ese viento un duro golpe
al ver que los humanos querían prescindir de las velas, y, les ponían motores auxiliares a los llaüts menorquines;
enfurecido condenó a los árboles.
Sólo olivos y granados, vides y membrillos escaparon a su ira. Sólo ellos hablan con la Tramontana que los mueve y aviva sus sueños
desde el monte bajo del Cap de Creus
hasta la Serra de Tramontana mallorquina donde desafía a los muros que protegen los olivos y abre ventanas amenazante y se rebela a las leyes y a los reglamentos.
¡Quién es libre como la Tramontana!
Sólo aquellos "tocados del ala", divinamente tocados por la Tramontana
-parafraseando un poema de Fages de Climent-,
se desprenden de sus raíces
y salen de sus cárceles, saltan de puerto en puerto, de isla en isla visitando a los países hermanos bañados por el mismo Mar.
Johann R. Bach
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