20 sept 2012

EL TAXISTA DE BRUSELAS: Imagen del desánimo. Elisa R. Bach www.homeo-psycho.de

                                       Calle de Bruselas

 

 EL TAXISTA DE BRUSELAS

 

Siempre habías admirado

cómo los árboles nórdicos, recién lavados siempre, ignoran la ansiedad de la lluvia;

 

cómo se hace allí, suavemente de noche,

y los bosques bálticos admiten a su lado los manzanos que dejan caer a plomo sus frutos en memoria de los nombres de Homero y Linneo;

 

y, aunque es en El Mediterráneo

donde te preguntas de qué color es el tiempo entre las poblaciones arbequinas de los olivos,

 

y es en la media tarde

de ese auténtico Mare Nostrum donde se despierta un rumor de las heridas, cicatrizadas apresuradamente, que repercute de rama en rama; y no es el gorrión, sino su canto el que se para, bajo las aceitunas acedas en la horquilla del tronco;

 

es bajo la luz del cobalto

junto a fuertes almendros y vistosos naranjos la noche meridional no acaba sin rendir saludos a los modestos arbustos cargados de granadas; y,

 

de rodillas implora

para que nunca más la filoxera vuelva a mermar las vides.

 

Levantas los ojos

-saliendo de tu ensimismamiento- hacia el tráfico de la noche fría y lluviosa de Bruselas. El taxista intenta conversar contigo. Con un acento francés más aburrido que el tuyo, desesperanzadamente, se queja de la vida, de los que odian a los flamencos.

 

Asombrada por no corresponder

a la idea que tienes de la capital Bélgica le preguntas si la gente de esa ciudad no está contenta con el establecimiento de miles de políticos y funcionarios de toda Europa.

 

¿Toda esa parafernalia burocrática

no ha llevado riqueza y alegría a la ciudad?

 

Señora –dice-,

sólo soy un humilde taxista y no entiendo mucho de esas cosas, pero me parece que todos esos europeos que residen aquí se traen los bocadillos de jamón y tortilla de patatas… y la ropa… y los zapatos desde su casa en los vuelos diarios pagados por todos…

 

Y… la alegría

se la dejan olvidada en sus países porque aquí sólo vienen a cobrar.

                                                                             Elisa R. Bach
                                                                    www.homeo-psycho.de

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