16 abr 2012

¿Tan dificil es vivir? (parafraseando un verso de Virgilio) Cap 16 de "TUS MEDICINAS

Capítulo 16.            Tinta de sepia

 

¿Tan difícil es vivir?

 

Huiste despavorido

cuando entre los acantilados

te pregunté

Mi amor, ¿tan difícil es vivir?

-parafraseando  un verso de Virgilio-,

 

creí que ibas a suicidarte.

 

Tu médico te ha dicho que

aspires el aroma de la lavanda,

que pasees bajo los tilos

y que no comas manzanas

que puedan estropear tu humor.

 

¿Prefieres la cicuta

antes que cumplir la obligación

de mirar el horizonte pintado

con nubes de algodón y frescos?

¿Es demasiado pedir

 

que duermas bajo mi sábana

 

de nardos, narcisos y violetas?

Si no tienes valor

para seguir adelante

por el dulce camino de los granados

abarrotados de flores fucsias,

 

lánzate al mar

 

y que los delfines se repartan tu cuerpo.

Desobedece a los cantos de sirena

que te impiden atravesar

el huso horario de tu mundo.

Si aún crees que te falta valor

 

para que el mar del que saliste

 

te engulla para alimentar a sus algas

déjate morir, como Adriano,

de inapetencia de poder

-terrenal y celestial.

Pero si aún te queda algo de sal

 

en tu corazón deshilváname

con tus dientes y vuelve a empezar.

Si necesitas ayuda, pídemela

y te daré una gota de mi negra tinta,

lanzaré mi aliento en tu boca

 

y mis manos se hundirán en tu espalda.

 

Te abriré los ojos a la horizontalidad,

tus hombros recuperarán tersura,

tu piel volverá a absorber la luz

y el oxígeno de mis pulmones

y la vida rebrotará como en primavera

 

llenando tus sueños de lunas.                                            Elisa R. Bach

 

La mañana de un hospital es un decorado muy diferente. Ruido y pasos continuos. Griterío de familiares y trasiego de enfermeras. Carlos y tú solos con su madre. Paradoja y desconcierto, libertad y guía, caballo y timón. No es fácil de imaginar que el día del primer parto, del primer hijo, una mujer tiene por acompañante, en la habitación del hospital para ella sola, la madre del chico con el que cohabitas.

 

Quizá por eso los tópicos siempre te han provocado indiferencia. La tradición ha forjado un imaginario colectivo a base de repeticiones y aliños que, de tan utilizados, se han oxidado. Por el contrario, la tradición se crea, justamente, para volcarla, para darle la vuelta y hacer crítica lucrativa. La repetición frecuente de unas mismas fórmulas no hace más que manchar páginas o envenenar conversaciones.

 

Tanto las tipificaciones como los arquetipos responden a la falta de imaginación y, sobre todo, a la sumisión a un código, sistema o programa que ya hace tiempo ha sobrepasado la fecha de caducidad. Javier vive, estable dentro de la gravedad, esta es la única realidad. Administración de insulina, sedantes y ventilación desde el primer cuarto de hora de su vida. El resto es literatura.

 

Tras las buenas noticias que te dan desde el hospital de Barcelona, Carlos regresa a casa a ducharse y para traerte ropa y libros. Te quedas sola con su madre. La comicidad de la escena ha llegado a su punto álgido. ¿Te han hecho un corte por puro disfrute o has parido el hijo de un hombre concreto? Es posible que el happening haya sido una filmación -el arte por el arte-, el naturalismo sin la conciencia de público; ¿tal vez el parto ha sido grabado o, mejor aún, todo el mundo ha visto en directo todos y cada uno de los instantes y ahora mismo el televidente está retorciéndose de risa desde el sofá de su casa?

 

¿Entrará alguien que te dirá "inocente", te colgará un recorte de papel de periódico en forma de hombrecito amorfo y te sacará, de una vez por todas, de la bufonada? La realidad supera la ficción, el tópico devuelve como si se negara a desaparecer. Hay situaciones idénticas en las que se prefiere seguir el ritual marcado por la historia en lugar de innovar para distinguirse del resto. Una vez más, la encargada de velar al enfermo, coge una silla, la acerca a la cama del convaleciente, toma una revista y se dispone a ser voyeur de la privacidad de otros. La madre de Carlos es ahora, para ti, una desconocida: preferirías que se fuera.

 

Hasta aquí, ese es el relato más o menos de lo que debió pasar después del primer parto de Alicia. En los días siguientes algunos negros nubarrones debieron de asomar por el horizonte laboral de Carlos para que Alicia cayera en una depresión que, después de la cuarentena, persistía: No quería comer, la tristeza se instaló en los ojos y en el rictus de los labios que hasta el día del parto siempre sonrieron.

 

Cierto domingo decidieron los amigos de Alicia y Carlos ir a la Barceloneta a comer un arroz negro. En la mesa todo eran chistes y risas excepto en el corazón de Alicia que seguía con lágrimas en los ojos, la alegría de los demás. Pero, sin saber por qué, después de haber rechazado cualquier alimento, un aroma misterioso le indujo a probar una cucharada de arroz negro del plato de Carlos. Su rostro se iluminó y sonrió. Sus ojos volvieron a ser los mismos de siempre.

…………………………..  ………………………….  …………………………..  ……………………..

 

Una gota de tinta de la sepia diluida y agitada enérgicamente en medio litro de agua es uno de los medicamentos más fuertes para contrarrestar la depresión, sobre todo después de un parto, aunque también es eficaz en la depresión de las chicas en momentos de la menarquia (primeras reglas) y en trastornos de mujeres frioleras que han alcanzado la menopausia.

                                                                                    Elisa R. Bach
                                                                     www.homeo-psycho.de

No hay comentarios:

Publicar un comentario