22 mar 2012

MEMBRILLOS EN LA FARMACIA

MEMBRILLOS EN LA FARMACIA

 

Más de una vez permaneciste

-cuando un dios de bata blanca

acercaba sus labios

a la copa del cuerpo de Baco

y el diablo no dormía

 

ni dejaba dormir-

 

Más de una vez permaneciste,

acompañando a tu tía

junto a la ventanilla

de la farmacia de turno

con mente despierta y

 

ojos entornados simulando aburrimiento.

 

Escuchaste muchas peticiones y suspiros,

preguntas y agradecimientos,

confidencias, penas y angustias

desteñidas por frecuentes baños en lágrimas

y por las humillaciones sufridas

 

ante la descarada esperanza.

 

Por aquella ventanilla desencajada

te llegaba el soplo no sólo de la rabia,

sino de la amabilidad

y otras veces la irritación

de algunas batas blancas que con fastidio

 

esperaban encontrar algún día

 

el olor de las azucenas

sin apercibirse de su necesidad de Cocculus;

en su lugar pasaban a los excesos

de venenos incoloros que sólo se entregaban

a cambio de la papeleta

 

de empeño de la posible salvación.

 

Por aquella ventanilla viste

los ojos de todos los enfermos,

para evitar la tristeza de los tuyos

desviabas la mirada

hacia el plato de membrillos

 

llenando la farmacia de aroma de vida

 

en las largas noches de guardia.

Por suerte, vivías en un mundo con estaciones,

y sentías que, disponías, todavía de variedad:

también permaneciste junto a la ventanilla

con diversas clases de espera.

 

De vez en cuando se asomaba una sonrisa

                                      fruto de una primavera

 

y sentiste que tenías una riqueza enorme.

Tenías de hecho todo lo que veían tus ojos

y aunque es cierto que en aquellos días

tus ojos aún no veían a gran distancia

-limpios de presbicia y algo miopes-

 

ni los detalles más sutiles,

 

lo que podías discernir lo captabas

con un hambre difícil de concebir

para aquellos que no pueden soñar

con imaginarias reacciones químicas

ni con las evidencias que arrancan

 

amor a la voz del primer gallo.

                                       Elisa R. Bach

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