Capítulo 7. LA CEBOLLA (Allium cepa)
El Atardecer de Lycopodium
Sientes como la luz gotea
por las paredes de la casa.
Con los ojos avezados
en la penumbra contemplas
como han caído las horas
y como la noche desfasa
los antiguos días felices
que guardas en las sienes
de la felicidad lejana.
Y así escuchas –imagino-
el último canto del mirlo,
la soledad de los árboles,
y una música antigua,
y tantas y tantas voces
y palabras que te explican
la serenidad de las piedras calizas
combinadas con rojos ladrillos.
En el mar está el horizonte
para unas manos –las tuyas-
que saborean la ciudad
que se adormece
cuando se anuncia la noche.
Las velas y los mástiles que
con su bamboleo cerca del puerto
siempre te acompañaron;
señalan las rutas de las diosas,
poniente teñido de nísperos,
mientras enciendes,
acobardada,
el recuerdo del amor que te daba
la lenta luz sobre tus dedos
que es uno de los más bellos
hilos del atardecer.
Avesada y lúcida, evitas
tu achicamiento mezclándote
orgullosa entre el musgo húmedo y las setas. Elisa R. Bach
Eran las ocho de la noche cuando me llamó Arcadia. Su voz parecía lejana, pero como esas cosas pasan a menudo con los auriculares de los teléfonos móviles, no le di importancia. Era un día muy lluvioso y me costó encontrar aparcamiento cerca de su domicilio. Cuando llegué bastante empapado, su hermana me explicó que al intentar coger unos platos que estaban situados en un armario en el estante más alto, se le torció el cuello y el dolor era tan intenso que hasta el hablar se le hacía difícil.
Luisa, me acompañó hasta la pequeña habitación que a modo de salita tenía un pequeño sofá, un sillón, dos sillas plegables. Allí estaba prostrada Arcadia, a media luz. En aquel cuarto la atmósfera estaba densa debido a la humedad que se desprendía de las paredes empapeladas con colores chillones y a una estufa eléctrica exageradamente potente para aquel volumen.
Un olor a cebolla invadía la habitación y Arcadia casi sin levantar los ojos me saludó extendiéndome la mano y sin levantarse del sillón. Al acercarme para estrecharle la mano me apercibí de que el olor a cebolla surgía de su sudor. Antes de que Luisa me explicara más cosas saqué de mi maletín uno de los más valiosos tubos de gránulos homeopáticos. Estaba etiquetado como LYCOPODIUM 200 CH. Cuatro gránulos puestos debajo de su lengua fueron suficientes para que Arcadia recuperara en quince minutos su estado natural.
Ya liberada de su dolencia Arcadia me preguntó cómo había llegado a seleccionar tan rápidamente el medicamento homeopático. Evidentemente no le podía decir que el síntoma que me llevó a ello era el olor a cebolla de su olor. Así que guardé silencio como protegiendo el genio de un árbol que en los albores de los primeros bosques de la tierra, medía unos cuarenta y cinco metros de altura y que en la actualidad ha venido a menos y sólo mide unos 3 centímetros y que se arrastra entre musgos y setas.
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Las propiedades diuréticas de la cebolla hacen que este vegetal goce de una fama de hortaliza ideal para acompañar una dieta para bajar de peso. Esto no es realmente así. Los partidarios de dietas diuréticas para adelgazar ignoran el esfuerzo cardíaco y toda la sintomatología que produce la ingesta de cebolla. En muchas ocasiones se piensa en la cebolla como un vegetal para consumir en forma habitual en ensaladas y caldos, en tortilla o macerada en aceite junto a pimientos y tomates, pero la realidad es que es dura de digerir y necesita mucha sal para que se suavice su consumo.
Quizá sea mejor partir de los efectos conocidos para determinar su utilidad. Es conocido que al pelar una cebolla se produce en las personas que están cerca.
• Lagrimeo
• Tos
• Mucosidad (catarro)
• Dolor de cabeza
Esos síntomas los produce un gas (alicina) que se desprende al cortar la cebolla y es muy conocido el procedimiento de dejar en la mesita de noche un trozo de cebolla para curar la tos nocturna de los niños.
Beneficios de la cebolla para perder peso:
Un gramo de cebolla diario triturado con 0,25 gramos de sal y diluido en dos litros de agua regulariza el funcionamiento del estómago.
Esa agua es diurética y estimula al riñón a eliminar toxinas y líquido.
Al mismo tiempo esa trituración puede añadirse a cualquier clase de caldo y su efecto depurativo, combate el estreñimiento al acelerar la motilidad intestinal.
Un gramo de cebolla asada tiene un efecto antioxidante, por su contenido en vitaminas y minerales, tales como Vitamina C, A, E y B, azufre, magnesio, fósforo y cobre, entre otros, (la ingesta de cebolla obligatoriamente ha de ser en dosis muy pequeñas (apenas un gramo por día).
Además de estas propiedades adelgazantes de la cebolla, se le atribuyen otras características.
En efecto, muchísima gente mejora su visión al dejar de ingerir cebolla, pues en grandes cantidades es tóxica. Aquellas personas que su sudor huele a cebolla deberían eliminarla de su dieta. El olor a cebolla del sudor indica que entre las toxinas que el cuerpo está eliminando se hallan las correspondientes a la cebolla.
Insisto: la cebolla en dosis mínimas (inferiores a un gramo diario) produce los siguientes saludables efectos:
• Reduce el colesterol.
• Reduce los triglicéridos, siempre que no se beba vino.
• Inhibe la formación de trombos.
• Es un excelente antiparasitario.
Como veréis a la cebolla no le faltan propiedades beneficiosas a condición de que su ingesta se haga en cantidades muy pequeñas.
Deberás prestar atención si:
· Sufres de gastritis.
· Sufres de divertículos, sobre todo en la etapa de granos bizantinos (diverticulosis).
· Sufres de colon irritable en etapa de diarrea.
Las dosis deben ser inferiores a un gramo por semana. Y como depurativo es mejor mezclarla con la zanahoria.
No es preciso esperar a tener alguna de las enfermedades o síntomas que a continuación se enumeran para tomar cebolla como preventivo:
• Fisura de ano
• Ascites
• Catarro
• Diarrea
• Fiebre amarilla
• Fiebre del heno (en agosto)
• Hernia
• Gripe
• Laringitis
• Neumonía
• Paralisis facial (por golpe de aire frío)
• Tos
Todo lo enumerado se puede prevenir masticando una chispa de cebolla y escupiéndola después de tenerla un minuto debajo de la lengua. Pero lo más interesante es saber reconocer cuándo uno de esos procesos mórbidos está en marcha. No es tan difícil detectar el desequilibrio si se produce alguna de las modalidades siguientes:
• Bostezo con somnolencia
• Deseo de cebollas crudas
• Cosquilleo en la laringe
• El reposo empeora; el movimiento mejora
• Mejor al aire libre
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