16 oct 2011

EL VERANO NO QUIERE DESPEDIRSE

El verano no quiere despedirse

 

A veces el verano no quiere

despedirse como lo suele hacer

acompañando al bosque,

con trufas y cortezas de árbol,

misterios que sólo surgen en otoño.

 

la arena aún se deja pisar

por pies descalzos

y el espacio entre los árboles

es como una ventana iluminada

que deja ver el febril trabajo

de diecisiete duendes adorando al sol.

 

Escaleras de troncos abajo,

se bañan los últimos turistas

del atípico octubre

mientras las jóvenes olas se estrellan

contra los dientes de granito.

 

Algunos barcos se apoyan

en el fondo azul,

sin sobrepasar el horizonte,

como los cuadros que sobran

en la vieja casa de Cadaqués.

 

El tomillo silvestre

se pierde con un rayo de sol

junto al momento desatendido

como música escuchada

en la profundidad de lo absoluto.

 

Nosotros mismos somos música

como la que sale de una caracola

varada en una cala

y del suave oleaje de una Costa Brava

anormalmente tranquila.

 

Los pinos nos rodean junto al mar

protegiéndonos de la tormenta de luz

y de la mezcla imposible

de cercanos augurios

de cipreses y esperanzas.

 

A veces el verano no quiere

despedirse como el bosque

con trufas y cortezas de árbol.

                                     Elisa R. Bach

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