Después de tomar IGNATIA
Ahora que solamente he de esperar
la luz de otra tarde de tormenta,
oír cómo vociferan los niños en la playa
y saberte tan lejos de todos nosotros,
ahora que invento rutas junto
al cementerio viejo y romántico
rozando la playa de Corcubión,
que te imagino aún en las calles
de Santiago o en el Bar Charra
o estirado en la blanca arena
junto a todos, leyendo,
te puedo decir que así te quiero,
en las cosas que piensas y escribes,
en la rosa roja que florece
con el dolor secreto de no ser blanca
o en la suerte de un amor
que ya no está aquí, pero
que vive en el ágora del sueño.
Feliz, con los ojos abiertos al mundo,
me muestras radios increíbles ocultas
en la selva de Internet,
la importancia de otras geometrías y
numerosas maravillas de una tercera
o cuarta primavera;
El reflejo de sencillos números
derramados como lágrimas
sobre la aventura de la vida
hace que el sol brille e inunde
cada día todas las ventanas.
Te sueño ligero como las estrellas,
en tus silencios, rodeado de poemas
en lugar de espinas y en la noche
haces que se toque tu presencia.
Elisa R. Bach
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