29 jun 2011

Frente al puerto de Arenys de Mar

La noche de Natrium mur

 

Desde mi ventana veo el puerto

sin gentes y con el agua dormida.

No sólo me siento solitaria

sino también abandonada

como esos muelles al amanecer.

 

El sol ya no me despierta

por la mañana como en otros julios;

Febus tampoco se despierta

de su sueño marítimo: la luz del este.

 

La cálida noche de julio  

aún no se alarga sobre el cielo,

la ventana está abierta

y se derrama la oscuridad

sobre mi demasiado ancho lecho.

 

Aún no se hace de día en este Arenys.

Las sombras duermen en las plazas,

en el puerto, también en los mástiles,

y perfilan los cuerpos

mientras se adormecen en el fondo

de cada corazón y mar adentro.

 

No sé si es que veo la noche

mucho más inmensa

de lo que mi soledad cree

y ya no quiero ser valiente ni fuerte;

 

o quizá es que en esta hora tan triste

donde todos los blancos veleros

permanecen quietos, ya cansados,

la vida va tomando tono de amatista

porque no se cree, mi amor,

que te hayas ido.

 

Aristas precisas arracimadas de cristal,

telarañas de gotas solapadas

a los bloques de piedra

junto a la carretera,

pintura quebradiza de columnas

y de ángulos que se truncan,

 

arquitectura que se empeña

en penetrar en el aire húmedo

que viene desde el horizonte,

paredes violetas de habitaciones

que quieren mirar siempre el mar.

 

Todo ha quedado inmóvil sin ti.

                                  Elisa R. Bach

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