4 feb 2018

Sólo existe una palabra maldita: Rendición


LA HIERBA EMPUJA

¿Por qué una forma de vida
antes que aquella otra que soñé?

La hierba empuja
entre las dóciles tejas árabes.
El enemigo es la tramontana;
el aliado, el olor a romero de la rocalla.

La mano nerviosa del tiempo se impone;
sobre el papel, la goma del olvido.
Esa goma coloreada, la que tan bien borra,
aún no ha podido con los recuerdos
tatuados sobre las cicatrices de mi piel.

Prisioneras de la lógica de los tejidos,
mis cicatrices supuran lágrimas de ámbar y silencio,
odian el hilo de sutura que amordaza
su discurso de sangre y carne desgarrada.
…………………………………………………………………………………………………

Si hubiera querido construir
una queja refinada sobre el mundo, una queja potencialmente asimilable por las grandes "vacas sagradas" de la literatura domesticada de los Nobel, hubiera escrito, por ejemplo,

que este es un mundo
de "convivencia difícil" en lugar de describir los horribles crímenes que en él se cometen. También podía haberme dedicado a comentar la fiebre de la maquetación urbana sobre los espacios naturales precisamente en un momento en que millones de criaturas pagan fortunas por un reducido habitáculo en una colmena dormitorio.

¿A quién se le roba el sueño con esos temas?
¿Hay algo más inútil que llenar las páginas de los periódicos con tinta amarilla que alarmarse por la desaparición de la ética, denunciar la impunidad ante la corrupción creciente y no altera los resultados electorales?

Entre el Ángel Montserrat y yo
sólo existe una palabra maldita: Rendición. En algún momento, un diluvio de gotas ácidas cargadas de mercurio hará que las cosas cambien, que el globo terráqueo se salga de su órbita y alcance el Ápex ese lugar en el que no existan moscas chupando las órbitas de los ojos de niños indefensos.

La hierba empuja…,
a pesar de todo, como si la vida fuera imparable.

                                                                     Ermessenda
�7

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