5 feb 2017

Aún la noche de febrero no había echado la heladora red de plata cuando me di cuenta que estaba en el estudio de Pierre oyendo todas aquellas cosas de pájaros huyendo de los cielos inhóspitos, rosas esperando renacer de sus propias cenizas, manzanas esperando en los huertos un nuevo origen…


OJOS DE ESFINGE

Hola amor,
Esta semana he tenido una experiencia dura y maravillosa al mismo tiempo: he conocido a Pierre.

Iba paseando por Els Jardinets de Gracia cuando una enorme foto de unos niños destrozados yaciendo sobre un fondo de casas lejanas ardiendo me llamó la atención. En el cartel ponía una sola palabra Hiroshima. Hacía mucho frío en la calle y casi automáticamente entré en el local. Todas las paredes estaban cubiertas de fotos en blanco y negro.

A la vista de aquellas escenas sentí sobre mi piel la brutalidad de una guerra jamás conocida antes. Y me es imposible describirte el horror humano y su escandalosa sobredosis de realidad de aquella exposición. Como si me hubiera adivinado mi necesidad de una palabra amable, se me acercó él: un hombre de unos y siete o cuarenta y ocho años de aspecto atlético. Me dijo sencillamente que era el propietario de la sala y que a él también le horrorizaban aquellas escenas. Me explicó que, por lo menos una vez en la vida nos habíamos de enfrentar a lo más oscuro de nuestra alma… y ese era el objeto de la exposición según le había explicado el artista organizador.

Viendo aquellas fotos, es una obviedad decir que todo se estructura en un ciclo (nacer, crecer hasta "la altura" posible, morir –no importa cómo-, nada) que termina reduciendo al absurdo terrible la misma idea de guerra y la parte de la condición humana más oscura que la sostiene. Ese ¡tanto para nada! Ese tanto que obliga a mirar el mundo desde la ceguera de unos "ojos de Esfinge" para ver un retrato demasiado obsceno de nosotros mismos.

Nadie me había hablado nunca en ese tono suave y casi imposible de mantener los tímpanos vibrando con la intensidad de un diapasón. De repente, sus palabras recobraron un acento social: Me invitó a comer un plato combinado en el bar de la esquina. Mientras comíamos, con algún que otro silencio, en mi mente se recogían ideas y se grababan involuntariamente: "Todos los mundos están aquí y aquí se reúnen" –me había dicho Pierre-, "todo lo humano es también absurdamente esto: guerra tras guerra".  Sin saber por qué bebí más vino de la cuenta. Necesitaba desinhibirme, dejarme "llevar" por aquella humanidad representada en un "Adonis de carne y hueso".

Aún la noche de febrero no había echado la heladora red de plata cuando me di cuenta que estaba en el estudio de Pierre oyendo todas aquellas cosas de pájaros huyendo de los cielos inhóspitos, rosas esperando renacer de sus propias cenizas, manzanas esperando en los huertos un nuevo origen… y sus labios reblandeciendo los míos… y esa cosa creciendo en mi mano… El cuerpo sabe más que la razón –me decía a mí misma. El sentir nostalgia se convertía en deseo.

No recuerdo qué pasó aquella noche. Me desperté abrazada a Pierre, el tacto de su piel velluda tan distinta de la de las mujeres me llenaba de gozo, mi cuerpo sabía que no había habido penetración y eso me tranquilizó. Empecé a besarle el pecho hasta que se despertó. Las caricias continuaron durante toda la mañana hasta bien entrada la tarde. Sólo el hambre nos hizo abandonar el revoltijo de las sábanas.

A mis padres les dije que me iba a estudiar a casa de una compañera para estudiar, así que estuve toda la semana embobada con las caricias de Pierre. Vuelvo a tener una vida "normal" pues Pierre ha salido de viaje. Tiene una exposición en una sala de Londres y otra en Glasgow. Mi cabeza se ha vuelto a colocar sobre mis hombros aunque algo en mí se ha roto y aún no sé si eso es positivo o no. 

                                                                                 Johann R. Bach

2 comentarios:

  1. Griselda Corni Fino
    19:06 (fa 1 hora)

    Seguro que positivo. obvio decir que todo lo placentero y breve se recuerda con nostalgia, repetirlo es cubrirlo poco a poco con grises crespones

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  2. XANA GARCÍA
    22:34 (fa 3 minuts)

    " El cuerpo sabe más que la razón –me decía a mí misma. El sentir nostalgia se convertía en deseo."Después de visualizar las atrocidades de Hirosima y escuchar las palabras de Pierre,ella se deja llevar tal vez deseando ser ,sentir por primera vez las caricias de un hombre y dejar fluir las suyas hasta sentir el instante de la felicidad.Ahora duda , sufre,pero pienso que para saber lo que somos y deseamos en la vida hay que salir de la oscuridad ,del miedo ,vivir etapas hasta encontrar nuestra propia luz interior que nos diga quiénes somos y hacia dónde vamos,puro aprendizaje.....Texto muy existencialista,poeta!!!****

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