18 ene 2016

al salir de una sauna me miraba desnuda en el espejo


UNA MANCHA LLAMADA DESEO (fragmento)

Le conté a Clara las relaciones amorosas con Florián
un funcionario de la embajada francesa en Bruselas. Durante una semana estuvo viniendo a mi apartamento en Brujas. Como de costumbre no sentía nada especial; es decir no sentía nada como era habitual en mí. Pero más allá de mis sentimientos me importaban más los suyos. ¿Cómo saber si me amaba o si simplemente yo era un objeto más de las correrías de Florián?

Mira… –se dispuso Clara a explicarme sus experiencias-
durante las primeras semanas de una relación amorosa lo normal es gritar al alcanzar el orgasmo, son gritos que pretenden cegar y ensordecer los sentidos. Pasado algún tiempo, ya se grita menos, pero entonces ya es el alma la que sigue ciega de amor y no ve nada. Solamente la ausencia del amante permite al cerebro pensar con claridad.

En cierta ocasión después de una aventura
parecida a la tuya, con un hombre casado, al salir de una sauna me miraba desnuda en el espejo. Miraba mi pubis mientras pensaba en la escena amorosa acaecida tan sólo una hora antes. Lo que de ella recordaba no era ninguna cosa especial de él. Francamente me siento incapaz de describirlo, posiblemente no me fijé demasiado en su aspecto cuando estaba desnudo.

De lo que me acordaba (mientras, excitada, me miraba en el espejo) era de mi propio cuerpo; de mi pubis, cubierto de rizos como la piel de astracán y de la mancha redonda –que dicen se debe a un deseo de la madre durante el parto- situada inmediatamente debajo del ombligo. Aquella mancha redonda que hasta entonces había pasado desapercibida, perdida en la geografía de mi piel como un simple accidente prosaico cutáneo, se me grabó en la mente. Deseaba volver a verla una y otra vez en aquella proximidad del miembro erecto de un extraño.

Sí sí. Lo que deseaba no era ver el sexo de un extraño. Quería ver mi pubis en compañía de un miembro viril extraño. No deseaba el cuerpo de un amante. Deseaba mi propio cuerpo, repentinamente descubierto, el más próximo y el más extraño y el más excitante.

Observaba mi cuerpo lleno de gotitas de agua restos de la reciente ducha y pensaba en cuando aquel hombre acercaría su miembro viril a mi sedoso pubis. Deseaba que acudiera a mí, que tumbado junto a mí de costado intentara tomarme por detrás y poder ver solamente su verga y mi mancha redonda.

Quise, en alguna ocasión,
hacer el amor con él de forma normal, mirando su rostro, pero no conseguí ver más que unos ojos escudriñadores y una lengua de la que me apartaba porque apestaba a tabaco y alcohol. En el momento en el que nace el amor una mujer no puede resistirse a la voz del hombre cuya alma es sensible y la mezcla de salivas no sólo es necesaria sino también agradable.

                                                                    Johann R. Bach

3 comentarios:

  1. XANA GARCÍA
    18:46 (fa 30 minuts)

    "Sí sí. Lo que deseaba no era ver el sexo de un extraño. Quería ver mi pubis en compañía de un miembro viril extraño. No deseaba el cuerpo de un amante. Deseaba mi propio cuerpo, repentinamente descubierto, el más próximo y el más extraño y el más excitante."Acertada respuesta de Clara :"solamente la ausencia del amante permite pensar con claridad"Pero no se cegó de amor su amiga, quizá tampoco lo buscaba ,anhelaba visualizar el fuerte latido en su propio cuerpo ,la clarividencia del deseo suyo,intimo ,excitante ,también negado de la maternidad debido a su enfermedad.....

    ResponderEliminar
  2. Me estoy dando cuenta que lo que me atrae de Clara y tú, es que se está dando cuenta que su fisonomía tiene más divertimentos que las que algunas personas saben utilizar. Que cuanto más la decepciona la sociedad , más amor renace de las dos y se hacen almas gemelas....
    Maravilloso descubrimiento Johann.

    ResponderEliminar

  3. Rosalva M P
    23:33 (fa 22 minuts)

    Cuanta verdad encierran estas letras...Gracias Joan

    ResponderEliminar