9 ene 2013

LA CERVEZA Y LA SINUSITIS de la novela "La Chica de Kiefholzstrass" (cap. 65)

  • Sinusitis (y úlcera duodenal)

 

                              KALIUM BICHROMICUM C15

 

Hoy es fiesta en Friedenau.

He paseado entre los tenderetes, con la intención de distraerme un poco en esta mañana más gris que lluviosa. La música, festiva, típicamente alemana, alegra a los visitantes e invita a sentarse en las improvisadas mesas y a beber cerveza.

 

El olor de la carne asada

y el de las salchichas a la plancha abre el apetito aún a personas que no acostumbran a comer carne. Todo parece, a primera vista, algo alegre y simpático.

 

Me he sentado en una de las mesas

que hay frente al tablado donde un conjunto de un chico y cuatro chicas más bailan una especie de danza atlética más propia de un gimnasio que de una fiesta (¿campestre?) popular. Si me dejaran escoger a mí la música para esta mañana sin dudarlo me inclinaría por la Marcha de Radetzky.  

 

Siendo ya las once de la mañana,

hora en que suelo desfallecer si no como algo, he decidido comer una buena curry wurst con un buen vaso de agua sin gas (aquí en Berlín lo normal es tomar el agua con gas).

 

Frente a mí se ha sentado un hombre

con unas grandes gafas de sol, ya que, por lo visto, hasta un día no soleado como hoy provoca molestias en sus ojos. Ha pedido una cerveza de esas de litro (que en España se denominaría una "litrona") y ya en el primer trago ha consumido la cuarta parte de ella.

 

En caso de tener que compartir

los gastos de mesa con un individuo como ése, yo escogería pagar la comida y dejar para él la factura de la bebida…

 

El individuo en cuestión era corpulento,

rubio, con cara sonrojada, con piernas, en relación con el cuerpo, desproporcionadamente delgadas; y, sus pies estaban rematados con unos zapatos puntiagudos que parecían las botas del flautista de Hamelín (¿sus dolores serían igual de puntiformes?).

 

En el segundo trago,

estando ya la jarra a la mitad, ha sacado un pañuelo de papel y se ha sonado fuertemente sin éxito; me ha parecido que sin éxito porque lo ha intentado varias veces (¿tendrá unos tapones mucosos secos en los senos paranasales?).

 

Enrojecido por el esfuerzo inútil

de aliviar su congestión nasal decide tomar otro buen trago de cerveza. Inmediatamente he notado como su semblante palidecía y se inclinaba hacia adelante con las manos puestas en su barriga. He tenido la sensación de que estaba sufriendo un fuerte dolor de estómago (¿ùlcera duodenal?).

 

Se ha sacado de su bolsillo

un voluminoso frasco de grageas propio de tiendas de dietética y de herboristerías en el que he podido leer, a pesar de la distancia, la palabra "Carduus".

 

Para tomar algunas de esas pastillas

el teutón se ha sacado las gafas de sol y, con ello, me ha dado la oportunidad de ver sus ojos: enrojecidos, con los párpados hinchados y las conjuntivas amarillas se podía intuir cómo un fuerte deseo por la cerveza podría deteriorar la salud de cualquier persona, aún, esténica.

 

Pedir que los alemanes en general,

y los berlineses en particular, se moderen en el consumo de cerveza es como clamar en medio del desierto, aún a sabiendas de que la ingesta de tan popular bebida agrava la úlcera de estómago y/o la sinusitis.

                       

                                                                                                             Elisa R. Bach
                                                                                                    www.homeo-psycho.de

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