EL ALFÉREZ Y SU UNIFORME
¡Ah, liberarse del uniforme!
Lo más grande en esta vida es tener caricias en verano… amor en invierno.
¿Cómo se puede renunciar
a vivir exaltado como un general rodeado de un cortejo de brazos y besos en una mañana de domingo?
¡Ser libre para jugar
con tus propios pensamientos ante una piel aturdida por el placer y nadar desnudo, sin amarras, harto de la retórica patriotera escrita por mentes enfermizas!
No hay fines de semana
para los soldados ahora que se esconden para poder dormir. Sólo el hombre , destructor de su especie se oye en las tardes del sábado.
Los zapadores cavan,
a pico y pala, trincheras en los desiertos y con sus hachas podan atareados el árbol de la vida.
Las guerras braman,
la tierra se lame sus heridas y los bosques sufren incendios desconocidos hasta ahora: napalm, bombas de racimo, fósforo radiactivo.
Los pilotos, oficiales de carrera
bombardean sin piedad todo el planeta, obedecen ciegamente órdenes ciegas y lanzan bombas atómicas sobre desiertos para estudiar su efecto destructivo, después de haberlas probado sobre personas.
Se fue toda la alegría
del archipiélago japonés, de los volcanes inactivos, de las arenas de los desiertos…
Hemos emprendido el camino
que nos llevará, como en épocas pasadas, a comernos las cenizas hasta que el oxígeno sea insuficiente.
No deseo nuevos daños
nuevos ascensos, nuevas reparaciones de las heridas de las guerras que se suceden en el tiempo y en geografías pacíficas.
Deseo volver a escribir
poemas para la paz e insistir en que es posible combatir la desesperación como aquellos que fueron guía en las tinieblas, y abrieron una pequeña puerta para el alma.
¡Ah, liberarse del uniforme!
Lo más grande en esta vida es tener caricias en verano… amor en invierno
Johann R. Bach
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