EL DOLOR
Hubo un día en tu vida
en que sin saber por qué
se levantó en ti como una amenaza
una sombra y se te ocurrió
que el color negro adelgaza la figura,
adelgaza hasta la misma voz.
Desde aquel día rechazas
imágenes tras imágenes si son sepias
de modo incomprensible
como si llenaras la soledad
añadiendo sillas y más sillas
en una sala que sólo el polvo se ha de sentar.
Es en invierno cuando tus pensamientos
se mueven dentro de un frío castillo,
pero nunca los finalizas hasta la primavera.
Lo que no quiere decir
que debieran andar realquilados.
Así que sueles abandonar la casa
con la sensación del poeta
que se disculpa ante las cosas,
sólo para que no duela más tu ausencia.
Sabes que resistirá bien la tramontana,
y, la lluvia porque no es un montón de yeso,
sino un lugar donde un niño buscará su pelota.
Esta vez ya no volverán aquellos estudiantes
que empollaban la Biología como si fuera vino.
¿Recuerdas aquellas extrañas palabras?
"La cohesión de las células no debe ser
preventivamente coloidal
principalmente en el microscopio polarizador.
La herida es sólo un concepto…"
"El límite entre la lechuga y el agua
y la espumosa estructura del azúcar,
exceptuados los factores temporales…"
"La ameba, amiba, baja los párpados y
a toda velocidad intercambia su núcleo
con un beso…"
Del cielo cae el frío
con el derrumbamiento del sol.
Todo te parece aparente;
y lo que no lo es, también.
Vuelves a meditar sobre qué sería la alegría
sin el dolor.
Las yemas de tus dedos palpan aún el pijama
de hospital que se coloca sobre los cuerpos
de los pobres con botones mal cosidos
y bien descosidos.
Rechazas la silla de ruedas;
prefieres caminar con dificultad, pero caminar.
¿Te estás repitiendo o acabas de reencontrarte?
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