4 nov 2011

Tarde de invierno

Tarde de invierno

 

Es una tarde de invierno. Tú hablas, dices

que las noches son extrañas en Cadaqués.

Piensas de repente

-no sabes por qué- en la casa de Marta:

En Torre Valentina, cerca de la carretera,

en el desorden turístico de antiguos bosques

abandonados entre telarañas de orugas.

 

Empiezas  a contarnos esa historia,

la manera en que aún sigue dentro de ti

y dices:

como alguien que anda junto al mar

y tiene sobre su piel la sombra de los pinos.

 

Estamos en el año 2.0_ _… y Marta Guillamón

dice en un mail que sigue enamorada.

¡Ah! Gary Cooper y su Árbol del Ahorcado.

Es una chica extraordinaria. Hay un túnel

que une su corazón y la música

de los bosques y las olas.

 

Un día escribió: ya nada me separa de ti,

y, otras cosas misteriosas sobre la vida.

Por ejemplo: 28 de julio;

el cielo es muy azul;

puede que algunas gaviotas

escapen del jardín del mar, salten

por encima del horizonte al oír los truenos.

 

En otra página dice:

Ahora los dos estamos en silencio.

Tú miras:

la playa, la marea, el sol rojo

como una viña en otoño,

donde alguien se ha lavado las manos.

 

Piensas en Marta Guillamón.

piensas en su miedo; en esa forma

en que a veces ves a una mujer

que huele una rosa; imaginas a esa dama

vestida de negro; cómo esa rosa crece

hacia adentro de esa Diosa del Amor;

cómo la invade poco a poco

con su aroma dulce y enfermo.

 

Es una tarde de invierno ideal

bajo la lluvia de Platja d'Aro

para soñar con un viaje a Paris

o con un verano en el barrio de Gracia

y cenas en el puerto de Barcelona.

 

Tú lo comprendes muy bien.

Es un viento que viene del mar,

un viento fresco y seco que llena el corazón

de homotéticos arpones

y de sueños ahogados.

 

El mundo –escribes-

es un lugar digno de ser vivido

aunque haya terrazas vacías

donde el viento devora lentamente

los restos de la noche.

                            Elisa R. Bach

 

 

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