22 jul 2011

Elisa nos envia un poema desde Génova

Una tarde en Génova

 

Desde este cerro apenino

el verano avanza entre tormentas,

se va puliendo como porcela

pálida, el viento rueda en sus asuntos

mientras Sara traduce mis versos.

 

En esta altura, con vistas al mar

las ausencias no se notan,

nadie sabe lo que le falta.

 

Como flamencos rosas

que en el fango hienden

tranquilamente una sola pata,

las gaviotas van y vienen

hasta esta cresta herbosa.

 

Al igual que en tierra adentro

las ideas y los deseos discuten,

pósanse, se agitan como manos

de inválido o papel al viento.

El sol asesta sus metálicos

 

dardos desde su acimut máximo

hiriéndome los ojos, la ciudad

se funde como azúcar. Un grupo

de alegres escolares, dispares, para,

anúdase, detiénese, se abre

para tragarme mientras fotografío

la catedral. Chillan y sus voces

se confunden con las piedras.

 

El viento me amordaza el hálito

y se suceden los silencios.

Hacia el sur, una mancha cenicienta

envuelve techos y árboles. Podría

ser una nube que amenaza

la fiesta junto a la playa.

 

La luna curva se blanquea, exigua

como una cicatriz, se levanta

tardíamente sobre el horizonte

de la bahía de Génova

como señal de final de fiesta.

                             Elisa R. Bach

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario