20 oct 2015

Tía Olga odiaba las persianas subidas hasta los topes a todas horas,


LAS ARAÑAS DE TÍA OLGA

Tía Olga no volvió a quedarse tranquila hasta que el último portazo de la entrada del edificio le anunció que su marido con toda certeza se había ido. El migrañoso dolor de cabeza comenzaba a ceder. ¡Cuánta claridad había en la habitación. Tía Olga odiaba las persianas subidas hasta los topes a todas horas, pero por las mañanas se le hacía insoportable.

Se sentó en la cama, se volvió hacía la pared del cabezal y ociosamente resiguió con un dedo el trazo de una amapola sobre el papel pintado, con una hoja, luego un tallo y luego un capullo carnoso a punto de abrirse (la fuerte migraña disminuía por momentos). Podía notar los pétalos pegajosos, sedosos,, el tallo peludo como la piel de la grosella espinosa, la hoja áspera y el capullo tirante y satinado.

Así solían cobrar vida las cosas. No sólo las cosas grandes importantes como los muebles, sino las cortinas y las texturas de los tejidos y las orlas de la colcha y de los cojines. Cuántas veces habría visto ella la borla de su colcha convertirse en una curiosa procesión de bailarinas con un séquito de curas ... Porque había algunas borlas que no bailaban, que sólo andaban majestuosas inclinándose en reverencias como rezando o cantando.

Cuántas veces se habían convertido los frascos de medicina en una fila de hombrecillos con chisteras negras; y el jarrón del antiguo lavamanos tenía una forma de apoyarse en la palangana como un pájaro gordo en un nido redondo.

Aquella noche Tía Olga había soñado con arañas -según me explicó luego, por la tarde. A pesar de haber sido un sueño no placentero, hacía esfuerzos por recordarlo hasta en los mínimos detalles. La parte más extraña de aquel cobrar vida de las cosas era lo que hacían. Escuchaban, parecían inflarse con algún contenido importante, y cuando estaban llenas a ella le parecía que sonreían. Pero sus maliciosas sonrisas secretas no eran sólo para ella; eran miembros de una sociedad secreta y se sonreían entre ellas. A veces cuando se quedaba de nuevo dormida en las primeras horas de la mañana, se despertaba y no podía mover un dedo, no podía siquiera mover los ojos a derecha o a izquierda porque ELLAS estaban allí; a veces, cuando salía de una habitación y la dejaba vacía, sabía tras el clic de la puerta que ELLAS la estaban ocupando.

Y había momentos por las tardes, cuando ella estaba arriba, quizás, y todos los demás abajo, familiares o vecinos de los que difícilmente podría librarse de ellos, no podía ir deprisa, no podía tararear una melodía; si intentaba decirse a sí misma, siempre sin darle más importancia: ¡Qué lata este viejo dedal agujereado! a ELLAS no las engañaba. ELLAS sabían lo asustada que estaba; ELLAS veían como volvía la cabeza a otro lado cuando pasaba por delante del espejo con una mano entre las piernas para evitar el prolapso uterino.

La sensación que tenía siempre Tía Olga era que ELLAS querían algo de ella, y sabía que si se rendía y se quedaba quieta, más que quieta, callada, inmóvil, algo ocurriría con toda seguridad. Con las cortinas bajadas, en la penumbra, con el silencio, el dolor de cabeza siempre cesa -pensaba. Abría mucho los ojos y oía en silencio como tejían sus finísimos hilos de interminables telarañas.

 Sí todo había cobrado vida, hasta la más minúscula, la más diminuta de las partículas, y ella no sentía la cama porque en esos momentos se libraba de la presencia de su útero, flotaba sostenida en el aire. Sólo parecía estar escuchando con sus atentos ojos tan abiertos, esperando a que llegara alguien que sencillamente no llegaba, atenta a que pasara algo que sencillamente no pasaba y las horas se le hacían eternas.

                                                               Johann R. Bach

6 comentarios:

  1. Pilar Dehesa17:54

    un relato excelente, felicidades mi amigo +Joan Rr 

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  2. ¡Genial!!. Las transformaciones de la borla de la colcha y los frascos de medicina son imágenes muy tiernas, me han encantado. ¡Precioso relato!.

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  3. COMENTARIO DE PATRICIA

    La sensación diaria de tía Olga de malestar, debido a su prolapso. De cansancio, dolor de cabeza y el malestar sexual bien merece esa fantasía soñadora de sentirse al otro lado del placer de vez en cuando. Multitud de sensaciones que llegan por el tacto a través de sus dedos hasta el fondo de su pensamiento , y mientras llega o no llega al final.
    Las telas de araña significan coraje y obstinación en lograr sus objetivos....
    Bella combinación de caracteres Joan.

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  4. COMENTARIO DE XANA

    "El reseguir ociosamente con un dedo el trazo de una amapola....,así solían tomar vida las cosas "....
    A través de esta danza mágica de sus cosas nos muestras a Tía Olga ,sus nostalgias donde no puedo dejar de mencionar la borla de la colcha y los frascos de medicina...,sus miedos físicos y psicólogos,la soledad que la envuelve en la penumbra ,"el flotar sostenida en el aire"como el deseo evadirse de su tedioso enfermizo sin vivir.Un arañazo sensual en el alma de tía Olga, muy bello tu baile con el lenguaje!!----------------------Muchos besos,decir que me ha encantado es poco

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  5. SEGUNDO COMENTARIO DE XANA

    -------------------- Sí todo había cobrado vida, hasta la más minúscula, la más diminuta de las partículas, y ella no sentía la cama porque en esos momentos se libraba de la presencia de su útero, flotaba sostenida en el aire.......Aluciné ayer con este texto ,vamos quién no levita al leerlo ,explosión de "autoerotismo "curativo excitante,

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