29 jun 2014

Pronto os requerirá mi mano, mi mano, pequeño monstruo intenso.

A los míos

 

Los diablos han vuelto, amigos.

Ahora mismo acaban de penetrar en esta vida de nuestro tercer milenio; más la palabra que revoca,

 

Bajo la palabra que despliega,

ha vuelto a aparecer

 

-también ella-

para conjuntamente hacernos sufrir.

 

Con la ley en la mano

todos nuestros sacos de huesos irían a parar a la cárcel. Sólo los alemanes se empeñan una y otra vez en convertir cada calle en una galería de celdas de una descomunal prisión.

 

                                    A los míos

 

Por mi parte

sólo puedo deciros que en mi espacio donde el sol vuela bajo, tan bajo como las gaviotas, la noche los apaga a ambos mientras los amo.

 

Como almendra dentro de su huerto

respiro la brisa del mar y siento como apacigua el fuego que brota de mi piel como el hielo al caos.  

 

Alcanzo con la vista

todos los muros del jardín y puedo observar el dulce pasear de las lagartijas entre los rojos ladrillos.

 

¿Mas qué vale el deseo

sin vuestro enjambre y celo?

 

Se apaga el ranúnculo bulboso

sin el color del prado. Que aquí, en esta pequeña península del Cap de Creus, rodeada de olivos, vides y granados, resiste la tranquilidad, lo sabe el mundo entero.

 

Verano, mar,

espacios, amantes escondidos, todo un menú donde los gorriones entrenan sus vuelos y repiten unos a otros: "libre, libre, libre, libre, …"

 

Pronto os requerirá mi mano,

mi mano, pequeño monstruo intenso. Pero a excepción de vosotros, ¿qué belleza… qué otra belleza?

 

                                                        Johann R. Bach

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