A los míos
Los diablos han vuelto, amigos.
Ahora mismo acaban de penetrar en esta vida de nuestro tercer milenio; más la palabra que revoca,
Bajo la palabra que despliega,
ha vuelto a aparecer
-también ella-
para conjuntamente hacernos sufrir.
Con la ley en la mano
todos nuestros sacos de huesos irían a parar a la cárcel. Sólo los alemanes se empeñan una y otra vez en convertir cada calle en una galería de celdas de una descomunal prisión.
A los míos
Por mi parte
sólo puedo deciros que en mi espacio donde el sol vuela bajo, tan bajo como las gaviotas, la noche los apaga a ambos mientras los amo.
Como almendra dentro de su huerto
respiro la brisa del mar y siento como apacigua el fuego que brota de mi piel como el hielo al caos.
Alcanzo con la vista
todos los muros del jardín y puedo observar el dulce pasear de las lagartijas entre los rojos ladrillos.
¿Mas qué vale el deseo
sin vuestro enjambre y celo?
Se apaga el ranúnculo bulboso
sin el color del prado. Que aquí, en esta pequeña península del Cap de Creus, rodeada de olivos, vides y granados, resiste la tranquilidad, lo sabe el mundo entero.
Verano, mar,
espacios, amantes escondidos, todo un menú donde los gorriones entrenan sus vuelos y repiten unos a otros: "libre, libre, libre, libre, …"
Pronto os requerirá mi mano,
mi mano, pequeño monstruo intenso. Pero a excepción de vosotros, ¿qué belleza… qué otra belleza?
Johann R. Bach
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