LOS CONTRARIOS
En el universo vemos los contrarios:
la luz y la oscuridad, el calor y el frío.
Plotino, Enéadas
Ahí arriba en los cielos,
se buscan los contrarios como el hidrógeno y el oxígeno que forman con su
enlace covalente el agua,
el sodio busca una unión metálica
con el cloro base de los ladrillos de la sal de la vida;
se afanan por ser
y por fundirse:
son parte de un mismo cuerpo.
Las huellas del agua y la sal
se pierden tierra adentro, hasta el fuego que un día incendió el planeta,
hasta el mar primigenio,
hasta el tiempo que palpita
por primera vez en unos ojos, en el corazón del mundo, esta inmensa nave de
cuyo destino sólo sabemos que se dirige al Ápex;
viajamos
junto a todos nuestros antepasados a la espeluznante velocidad de treintaidos
kilómetros por segundo arrastrados por
una diabólica masa incandescente
en cuyo caldo se hallan todas las respuestas y a la que adoramos como a un
dios –Febus- que nos da la vida.
Johann R. Bach
En el universo vemos los contrarios:
la luz y la oscuridad, el calor y el frío.
Plotino, Enéadas
Ahí arriba en los cielos,
se buscan los contrarios como el hidrógeno y el oxígeno que forman con su
enlace covalente el agua,
el sodio busca una unión metálica
con el cloro base de los ladrillos de la sal de la vida;
se afanan por ser
y por fundirse:
son parte de un mismo cuerpo.
Las huellas del agua y la sal
se pierden tierra adentro, hasta el fuego que un día incendió el planeta,
hasta el mar primigenio,
hasta el tiempo que palpita
por primera vez en unos ojos, en el corazón del mundo, esta inmensa nave de
cuyo destino sólo sabemos que se dirige al Ápex;
viajamos
junto a todos nuestros antepasados a la espeluznante velocidad de treintaidos
kilómetros por segundo arrastrados por
una diabólica masa incandescente
en cuyo caldo se hallan todas las respuestas y a la que adoramos como a un
dios –Febus- que nos da la vida.
Johann R. Bach
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