9 oct 2014

Estoy dispuesto a rectificar lo que sea si con ello deshago un entuerto.

PASIÓN EN GOOGLE, EN PÚBLICO

 

MAIL A UNA ESCRITORA DESESPERANZADA

 

Nadie me lee. Me pregunto por qué.

Unos le echan la culpa a la crisis y quizá tengan razón porque yo siempre he estado en crisis.

 

No me quejo porque nadie

me haya recibido con los brazos abiertos ni porque los bancos no quisieron jamás darme un crédito con garantía hipotecaria.

 

Quise ser como todos. Fracasé.

No tuve más remedio que escribir para no volverme loco. Durante muchos años, es cierto, sentí desafección -la palabra más educada que sale de la punta de mi bolígrafo- y mi alma sólo se alimentaba de libros que cogía entre los que un sabio aburrido lanzaba.

 

Al principio escribía pequeñas anécdotas

que, a modo de requiebro o chiste, llamaban a la risa, después la cosa se puso seria cuando oí decir que sólo a los pobres les daba por ser poetas.

 

Me llamaban pobre poeta

cuando en realidad yo nunca fui pobre.

 

Lo puse por escrito:

yo no era ni pobre ni agresivo.

 

A medida que iba escribiendo

las chicas se apartaban de mí por lo de pobre porque muchísimas mujeres le tienen pánico a la pobreza. Yo les decía: ¡soy rico! Sí sí soy rico y ellas huían despavoridas nada más empezar a explicarles mis bienes:

 

Tengo dos manos llenas de dedos,

unos pies delicados como la porcelana y unos pétalos deseando formar pareja con los tuyos, tengo una cabeza desprovista de dolores, unas pestañas que me sirven para peinar la lluvia y un corazón dispuesto a entregarse.

 

Ellas respondían

que además de pobre estaba loco. Aunque eso no me enfadaba, sí me entristecía. Nunca comprendí cómo una bebida hecha de una planta llamada zarzaparrilla podía ser la chispa de la vida.

 

Claro que el catecismo tampoco lo entendía

y no pasaba nada.

 

Después de más de cincuenta años

parece que la cosa ha cambiado para algunos (entre los que me cuento yo) porque poco a poco nos fueron buscando porque sabíamos escribir sin faltas de ortografía: periódicos, bibliotecas, editoriales solicitaban nuestros servicios como correctores.

 

Nos pagaban a tanto la hora,

es decir en negro, sin vacaciones, sin pagas extras, sin seguridad social, etc. etc. Viví durante unos cuantos años en el auténtico paraíso.

 

Hasta llegaron a enviarme al "extranjero"

como corresponsal. Aquello era la leche: además de los gastos pagados aprendía otro idioma.

 

Nadie me lee. No me quejo.

 

Tú, que eres una persona

que intenta comprenderme –seguramente porque me necesitas- insistes en preguntarme ¿de qué vivo? ¿Por qué rechazo las ayudas sociales si nadie lee mis poemas?

 

Cansado de argumentar

me sube a la cara un calor que no es enfado, es una mezcla de rabia e incomprensión y

 

mis venas en las sienes

toman el tamaño de mi dedo meñique. De mis fauces secas de vino sale entonces el monólogo que subiré al Blog en Google:

 

Aunque sólo una persona

como tú,mi amor, me leyera, me daría por satisfecho, dando por válida toda mi actividad de años. He escrito varias novelas de contenidos profundos que no las lee más que alguna persona despistada.

 

A veces las releo yo mismo

y no siento la necesidad de cambiar un ápice lo que escribí. No importa que te lean muchos o pocos.

 

Quizá sea aún demasiado pronto.

Quién sabe si las cosas serán diferentes dentro de cincuenta años.

 

No eres de los que rectifican –me dices-

y no es así del todo:

 

Estoy dispuesto a rectificar lo que sea

si con ello deshago un entuerto. Pero -insisto- eres tú mi amor una mujer maravillosa, y realmente eres como una Diosa del Amor. Cualquier hombre podría ser feliz a tu lado.

 

No sé nada de ti.

Sólo puedo juzgar por la única foto que has colgado en tu Blog, pero apuesto a que no te fueron bien las matemáticas en el bachillerato.

 

Por lo que leo en tu sonrisa

me aventuro a decir que eres una persona que necesita hacer las cosas por sí misma y te cabreas cuando no te salen bien, porque en cada cosa que haces te pones a prueba a ti misma.

 

Me atrevo a decir que cuando te salen mal

no es porque no puedas hacerlas bien, es porque te precipitas debido a ese carácter explosivo que tienes.

 

Aparentemente eres una persona tranquila

que no pierde los nervios, pero basta que te pongan una fecha, una hora para el vuelo, un día preciso para un examen, etc. para que prepares las cosas con una semana de antelación porque no soportas las prisas de último momento.

 

Tienes un conflicto con el tiempo.

Tu agenda siempre está apretada y crees que no te dará tiempo de hacerlo todo.

 

Eres así mi amor.

Pero al mismo leo en tus mails que eres dulce como tú sola, agradecida hasta el delirio y, permíteme decirte que lo mejor de tu vida aún está por llegar. La fertilidad intelectual de tu pecho aún no ha salido; la otra la de la maternidad se acabó, es una etapa superada. No estuvo mal el tener tres hijos.

 

Dime que me equivoco,

dime que no deseas que tus escritos triunfen, que tus lectores te deseen incluso sexualmente, dime que me equivoco cuando sospecho que sale fuego de tus labios,

 

dime que me equivoco

cuando tus ganas de vivir pueden romper el cielo y tus manos apretarse hasta arrugar las nubes.

 

Dime mi amor, que me equivoco

al creer que sientes la pasión de la rebeldía de tu segunda juventud, la mejor.Dime si me equivoco cuando te digo que tienes dinamita dentro de ti, que tu pasión está punto de estallar junto a tu risa.

 

 Dímelo. Dime que estoy equivocado

y corregiré mi apreciación de que eres una de las más dulces diosas del amor.

 

                                                                                    Johann R. Bach

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