CUMPLEAÑOS
Parece increíble,
pero puedes mirar atrás y ver sesenta años. Y allí, al final de la mirada -a cada año un metro de distancia-, un ser humano ya completamente reconocible, las manos apretando los puños al dormir,
los ojos clavados en el futuro
con la mezcla de terror
y desesperanza de alguien que sabe de su próxima aniquilación.
Completamente familiar
aunque todavía, por supuesto, muy joven has vuelto a ir al cine y a oscuras has vivido cómo dos manos se buscan entre sí.
Mirando ciegamente hacia adelante,
con la expresión de alguien que clava los ojos en la más completa oscuridad recuerdas con cariño a aquella niña que no acababa de encajar:
la imperfecta
para quien el recreo era un suplicio.
En tu opinión, no cumples con la definición
de niña, una persona que puede esperarlo todo del futuro y, sin embargo, los otros te van mirando sorprendidos, constantemente amistosos, con la cámara, mientras dices "Lluiiiiiiis";
muchos de ellos sonríen
realmente con verdadera convicción, y acuden a tu memoria todos esos años
plagados de inseguridades, de sueños bonitos, de disgusto por ti misma, y, también inundada
de desprecio hacia lo común y corriente;
eternamente relegada a la soledad,
dominada por lo trágico, donde la inmensa voluntad de vivir sólo era algo a rechazar te ha sorprendido aprender a los 60
con qué se llena una vida vacía
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