89. LA SOLEDAD SORPRENDE
Mi soledad
se ha sorprendido en multitud de salas y tiendas llenas de voces solas y en calles concurridas llenas de música.
Mi orgullo
es como la alfombra mojada de las calles; resbala tragando saliva muchísimo antes del primer café.
Como seda cruje
la fría madrugada habiéndose soltado el timón ¿Cómo perder ese lastre sin domesticar mis aires mediterráneos?
Se podría proponer
flotar sobre la manta azul, trascendente, inmensa; ver como el sol
se oculta en sus aguas y se olvida de los árboles y su vaivén; abandonar momentáneamente a la memoria en su refugio; mirar el poniente con ojos de Atlante, sin prisas, con los minutos precisos.
30 de noviembre de 2010
Elisa R. Bach
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