18 may 2012

EL RITMO DE NEIL YOUNG. (www.homeo-psycho.de)

A RITMO DE YOUNG

 

La primavera en Berlín empieza en mayo,

concretamente, para ti, el día 18

-un día tomado por la fiebre- envuelto

en sudores ácidos que riegan tu carne

y la funden con las sábanas revueltas.

 

Mientras sales y entras como puedes en el sueño,

 

te consuela pensar que por una vez tu cuerpo

ha encendido a tiempo una pequeña

y doméstica llama con la alegría de un concierto

en la Filarmónica, y bajo los árboles

como adolescentes en un pequeño utilitario,

 

el fuego que ha de quemar los residuos de la soledad

                                                                          del invierno.

 

La gente pasea tranquila y bien vestida

junto a un rio flanqueado por

frondosas filas de árboles, imantado

por una luna que hace dos noches viste

inmensa y colgada sobre el Tiergarten

 

por encima de la estatua de la Berolina.

 

Te conmueve el contraste entre la formalidad

del paseo y la violencia del agua,

como si camináramos junto a la caseta

de las fieras en el zoo de Hamburgo.

Esa convivencia de Berlín y la jungla,

 

la densidad del agua cargada de minerales pesados,

 

su vegetación de espuma sin olas voraces

te ha hace reflexionar durante el regreso

al ritmo de "Down the River" de Neil Young

grabado en el pendrive y que a través

del USB arranca con fuerza en los altavoces

 

de un mínimo auto que quiere crecer.

 

Uno de sus típicos tiempos medios

con aire de blues y estribillo hímnico

te remueve todos los compases clásicos

anclados como buques pesados en tu mente.

A pesar de ello estiras el cuello,

 

desvías tus ojos hacia el altavoz de la portezuela.

 

Hacia el minuto dos de la canción

tus cejas se arquean de forma inquietante,

la guitarra sucia de Neil comienza a improvisar.

Es un solo por llamarlo de alguna manera.

Sabes que técnicamente es

 

uno de los des-acordes más pobres que recuerdas,

 

hasta el punto de arrancar con una sola nota

tocada con insistencia, percutida más bien

sobre las cuerdas medias, que basa

todo su efecto en el aire autista

y como alucinado con que llena

 

el intervalo entre dos golpes de caja.

 

Son notas confusas, pero funciona; y muy bien,

a condición de que sigas escuchando,

sin demasiada atención, como un ruido cotidiano

capaz de ir y venir a su antojo.

Lo mismo repitió Young años más tarde

 

en el arranque violento de "My, my, hey, hey",

 

una auténtica máquina de escupir grasa

y alquitrán sonoros. No comprendes

cómo este es el mismo hombre

que ha compuesto joyas flotantes

como "Old Man" o "Harvest Moon",

 

pero admites que Neil siempre entendió

                                                          como pocos

 

que la belleza del Rock and Roll estaba

más en la convicción del gesto,

la intensidad rabiosa con que se acopla

a los latidos de la sangre, que en la precisión

o la claridad del movimiento. Neil

 

lo entiende en un plano visceral, de ahí su fuerza.

 

Parece que por fin comprendes

que basta con rasguear la guitarra acústica

o empezar a cantar con esa voz

que siempre vacila al borde de la rotura

o el falsete desafinado. Pero por carácter o

 

por educación eres incapaz de esos extremos.

 

                                               Elisa R. Bach
                                      www.homeo-psycho.de

No hay comentarios:

Publicar un comentario