TORRE VALENTINA. (Für Alina de Arvo Pärt)
Esas notas de una música que resbala
como la respiración de las estatuas
junto a lágrimas sueltas,
-secadas con el dorso de la mano-
tienen detrás suyo números que
las transportan sobre figuras redondas.
Parecen versos que caen al alma
como a la hierba el rocío;
blancas y negras, como potencias de dos
luchan por llegar al centro del "tempo"
como en una partida de ajedrez:
sin fusas ni semicorcheas: sin prisa.
Für Alina (melancólica composición)
hecha con ojos fascinados
ante una escalera esculpida
en los acantilados de Torre Valentina
y que desciende hasta el mar
como la tristeza misma.
¡Escúchala! Es como esa escalera,
escarpada, que se detiene
entre las rocas para oír esas notas
que habitan en unas gotas de lluvia
al caer sobre un mar embravecido
buscando el reposo.
Esa música de Pärt
acaba perdiéndose en el vacio
como la palabra "esperanza",
apenas descifrable, escrita
sobre nuestra espalda al nacer y
aprendida en un desayuno lejano.
Es como una música
casi desconocida y difícil de oír
sin tragar saliva. Es la esperanza
-un ritmo- como una extraña taza
que debe portar cada uno, en la mano,
sin saber cuándo beber su contenido
Elisa R. Bach
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