EN FEBRERO BROTÓ OTRA VIDA
Aquella mañana del frío febrero
se abrió paso entre nubes inconexas,
superpuestas como grises estrato-cúmulos
de forma que los hilos dorados
no lograron llegar hasta tu ventana,
pero su luz fue suficiente para borrar la noche.
Junto a la ventana
leíste un poema, mientras esperabas,
meditando lentamente uno a uno sus versos;
tu blusa azul marino con topos blancos
como una flor de campanilla invertida
vaciló en su brillo como en tu cara;
y volviste a tu sueño imperturbable,
pero tu mirada se desviaba
hacia la página en tus puños.
¿Era un poema antiguo? Sí.
Tus pulgares presionaban la tinta sin borrarla,
tus ojos se entrecerraban concentrados,
decididos y aún tus labios dijeron: "nuevo".
Como una sombra a punto de escalar,
con sólo una cuerda umbilical que ahoga
-a veces-, una nueva vida, esperaba
el momento idóneo para comenzar el ascenso;
quería aspirar todo el aliento de la montaña;
con la simpleza de un lecho, deseaba
evitar caer más allá del trivial acantilado;
aferrándose a tu pecho calmaría su desasosiego
y aún con sus ojos cerrados –sin lágrimas-,
esperaba acariciarte con su piel de luciérnaga
y llenar de luz tu dolorosa vida.
Elisa R. Bach
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