4 feb 2012

BLUES Y RON

BLUES Y RON

 

Una vez más, esta noche

atraída por el blues del Barrio

entras en el Bar Terra

por la puerta de la calle Asturias

con la duda de si es útil

 

refugiarte del frío siberiano.

 

Atrás has dejado,

al hombre con turbante oriental

que pasea perros por las calles

al abrigo del portal retranqueado

junto al bazar chino,

 

arropado con una manta y por los canes.

 

Tomas asiento en la única mesa libre

junto a la puerta aunque dotada de un foco.

Estás de suerte. Nadie te conoce,

puedes leer los Apuntes de Malte de Rilque,

y, aunque con rezongona fatiga,

 

la camarera te sirve una gran copa.

 

No te gusta el ardor del alcohol,

pero puede ser una buena excusa

para todos los que pisan el bar;

quieres pasar desapercibida. Antes

del primer trago miras a tu alrededor;

 

el ron no pregunta qué te ha sucedido,

 

ya que él no es aún polvo ni saliva

ni se mezcla con el agua de la lluvia.

Haces un esfuerzo y bebes el primer sorbo,

el ardor empieza invadiendo tus labios

luego las encías y la lengua;

 

junto al dios del momento suben los decibelios.

 

Empiezas a notar cómo el invierno bebe,

después de la lágrimas falsas

de los que están en la barra;

cómo se les encorva de cifosis la espalda;

saben dónde viven aquellas que les amaron,

 

pero escogen la barra de bar antes que el hogar

 

Escribes tus notas al pie de una página

del libro del gran poeta, el segundo sorbo

te produce ardor en la garganta, te dices

a ti misma: "no habrá un tercero". Permaneces

sentada con un deseo tan lascivo y sin salida

 

que hasta el paisaje mojado te excita.

                                          Elisa R. Bach

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