20 mar 2010

cap. 33

Hola a tod@s
Esta noche de madrugada se subira a la web www.homeo-psycho.de el capitulo 26 de La Chica de Kiefholzstrasse. Entretanto los lectores habituales de la web podeis leer el capitulo 33 por adelantado
Hasta luego
El equipo de www.homeo-psycho.de
Capítulo 33

·        Tortícolis

           LACHNANTES C7
           NUX VOMICA C15

Ayer no salí de casa. Tenía una tortícolis que me dolía al menor movimiento. Decidí quedarme frente al gran ventanal de mi habitación, leyendo y de vez en cuando, al levantar la vista, disfrutar de la belleza de un paisaje plano, pero no monótono. Desde el último piso del edificio puedo observar como una pandilla de jovenzuelos apedrea una farola, como la luz del amanecer rompe el cielo e inunda la calle de color. Desde mi terraza casi se ve el comienzo de Kiefholzstrasse... y el comienzo de mi vida...

Lachnantes es mi mejor amigo junto con Nux vómica cuando siento que he fracasado en la vida por no tener hijos, por no poder acomodarme donde los demás tienen la sensación de estar bien, por no haber podido sentirme como los demás; eso lo noto en el dolor de cervicales, signo de fracaso y desánimo. Me aparté de los otros para vivir de otra forma. Perdí. Aunque mi mejor medicina es soñar, despierta y lúcida, con mi amor. Me gusta saber que vendrá como tantas veces, alegre, hablador, cariñoso… Le pediré que me haga un masaje en el cuello y espalda… 

Algunos amigos se ríen de mi mundo interior; me dicen que tengo mucha imaginación, como si eso fuera malo o inútil en el mejor de los casos. Pero a mí el idear me produce la agradable sensación de romper, como el caracol su epifragma, la cárcel de cristal también imaginaria de la que es difícil escapar sin soñar.

Yo les digo que prueben a soñar. Les animo a cerrar los ojos y escuchar… Escuchar como el murmullo de las olas del mar frente a los restos de una isla misteriosa invade el crepúsculo y rompe contra las rocas con una musicalidad que tranquiliza el alma. Esas Cíes, bellos nenúfares que tengo ante mis cerrados ojos no son más que las uñas de la más grande y fértil isla que ha existido jamás que se aferran a las playas del continente. Noto bajo mis pies cómo late su corazón y cómo respira pausadamente esperando el momento de emerger para pasar del mito al Mundo Tangible, para pasar de la imaginación al Cosmos de lo visible, para pasar de lo deseado a lo real.

Yo puedo imaginarme la Atlántida de Platón con sus enormes confines desde las islas Azores hasta las islas Canarias porque no necesito la prueba de su existencia material. Puedo imaginar que los atlantes vivían de la exportación del estaño que trasladaban desde lo que hoy conocemos como Vigo hasta Tartessos, un rico enclave situado en la desembocadura del Guadalquivir. No es difícil pensar que el estaño viajara por el interior de la península evitando por alguna razón la costa portuguesa. Ya en Tartessos se negociaba la venta y distribución del preciado metal estratégico por todo el Mediterráneo.  La Atlántida existe en mi imaginación al igual que millones de cosas. ¿Por qué hacer una frontera entre lo imaginario y lo tangible?

Ahora no recuerdo si el dolor del cuello ha sido fruto de mi imaginación o formaba parte del Mundo Tangible. El caso es que ya no me duele nada. ¿Ha sido todo un sueño? ¿Todo es producto de nuestra imaginación?                                                                                                                            
                                                                                                                                    Elisa

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