EL NUEVO  AMOR DE TÍA ALICIA (fragmento)
El sombrío rostro de  Tía Alicia 
era lo contrario de la  risueña cara de la prima Trinidad. Su semblante, lleno, de mejillas y párpados  caídos es el que me viene a la memoria cuando alguien emplea la expresión "como  manzana agria" su aire de un cierto disgusto.
Recuerdo que un día  mientras miraba por la ventana la vi cómo bajaba a la cancela de la casa en  aquel espeso atardecer de septiembre -de palmeras solitarias y violento sol  contra los muros- y ya en la calle movía su cabeza como mirando a un lado y a  otro, como buscando a alguien que no alcanzaba a ver, quizá el rostro de algún  niño que se alejara entre el escaso tráfico de las últimas esquinas o que  pudiera regresar de la escuela.
La vi cómo hacía  gestos como de saludos que pronto se desvanecen pues nadie acude; cómo su boca  se abría para llamar a alguien, despacio al principio, con inquietud después,  por encima de la lluvia, pero de su garganta no parecía salir palabra alguna.  Daba la impresión de que el paso de los años por encima de su rostro no eran la  causa del borrado de la alegría de la juventud.
Vi algunos coches  enormes con su antigua carrocería de madera circular por la calle. Ella  continuaba aguardando, aunque se hacía tarde y la lluvia seguía. Pensé años más  tarde que quizá sólo querría sentir la lluvia sobre su rostro, levantar los  ojos y ver cómo se encendían las luces en los balcones de las casas vecinas  desdibujadas tras la fina cortina de las gotitas de agua. Vi cómo aguardaba un  poco más deseando que la noche se cerrara. Un autobús rojo se detuvo a tan sólo  unos metros de ella y parecía que escuchaba a su lado animadas despedidas de  gentes que regresaban animadas del trabajo. Y, sin embargo aguardaba -al  parecer sólo para oír aquellas voces que eran la única alegría que recibían las  puertas quemadas por el sol y los pasamanos donde crecía la herrumbre- sobre la  acera de aquella calle que estaba sola, aún sin asfaltar no lejos del manicomio  del barrio de Verdún.
Días después pude  comprobar que 
en el segundo en que  un nuevo amor 
se mostró como un  meteoro,
su corazón tuvo al  cielo entero 
para recibir lumbre.
Fue mediodía en su  poema, 
supo que la angustia  dormía
que no le bastaba 
el optimismo de las  filosofías
                                                                                           Johann R. Bach

Eso es verdad! Con amor, un nuevo amor, todo cambia. La angustia entonces será por el deseo de volver a verlo, a escucharlo, a recibir noticias de él.... Es entonces cuando el rostro impaciente , anguastiado y agrio , se convierte en felicidad... >_<
ResponderEliminarPerdón: es Angustiado, no anguastiado. Jejeje una metedura de dedo
EliminarCOMENTARIO DE XANA
EliminarLa soledad de tía Alicia refleja en sus gestos una pérdida en su vida,un vacío que la ha "matado" un poco,por eso ya en el poema sabiamente enfatizas que con el segundo amor "no le bastaba el optimismo de las filosofías".No,ni filosofías ni libros de autoayuda,es un misterio el amor cuando llega como Ave Fenix ,un caudal de pureza que renace en las almas desnudas.
https://www.youtube.com/watch?v=FRUfUTMbA2A
Me ha gustado mucho,nunca sé si elegir tu prosa poética o tus cortas poesías.Reconozco que tus poemas me elevan,sobrecogen positivamente,pero tu prosa bufffff.Me quedo con tu narrativa que desemboca en la mar poética ,pero ojalá algún día escribas un libro sólo de poesía.Disculpa mi osadía,cariños
Tia Alicia espera, que pase el ultimo tren de su vida, un amor tardío, que la acompañe en la madurez. Esta impaciente, baja a la calle. Tiene una esperanza, los coches, que pasan, el autobús, que para. Sube a casa, esta decepcionada, Confia en otro día, Hay que tener una razón en nuestra existencia, que nos motive.Vendra el mañana.
ResponderEliminar