
         RUTINARIA CARTA DE  AMOR A IVETTE
          
    Hola mi amor,
     
    Hoy he pasado un día de esos que una se enfada con el mundo, pensando  en sus excepciones para aliviar el peso de la desidia. Ya sabes que no me gusta  quejarme de nada, pero a veces… 
     
    La lógica de los libros del Registro Civil quiere imponerse por encima  de cualquier razonamiento. Notarios, jueces, policías, funcionarios y amigos se  han puesto de acuerdo en borrarte de este mundo, pero yo sé que tú permaneces  en todo lo que me rodea. 
     
    Dicen que estoy loca sólo porque necesito hablar contigo y ya sabes  Yvette, que esta noche me he quedado conversando contigo hasta muy tarde. En  algunos momentos me reía recordando los chistes que durante estos años me has  ido contando. En esos chistes iba también tu sonrisa de oro.
     
    ¿Recuerdas?¿Cuántos dedos hay? Preguntaba el oftalmólogo. Dos y uno  que no veo respondías, sin cambiar el tono que suponen las certezas. En otros  momentos me sentía satisfecha de guardar en mi memoria tantas y tantas cosas  que me explicabas, pero para evitar la tristeza saco a flote mi orgullo,  orgullo por saber que signifiqué algo importante para ti.
     
    No quiero entristecerme porque a ti no te gustaría que lo hiciera  aunque muchas veces, al recordar el fatal accidente que te separó de Catherine  y de mí no puedo evitar que corra una lágrima hasta mis labios y su sabor  salado llene mi boca de melancolía, pero déjame que te cuente como en una carta  antigua cómo vivo, cómo me las arreglo con la dulce compañía de Catherine, cómo  deshago día a día ese ovillo financiero en el que tú y yo nos metimos hasta el  cuello, cómo caminamos acompañando a la Tierra –girando como en un vals-  alrededor del sol.
     
    En primer lugar tengo que decirte que Catherine y yo estamos bien y  que aquí en Gracia, como ya sabes la vida es apacible y los problemas que se  suelen padecer en el barrio son los típicos debidos a la antigüedad de los  edificios. La semana pasada, sin ir más lejos tuvimos una avería en una de las  conducciones de agua. 
     
    El piso que está a la misma altura que el nuestro de la finca contigua  tuvo un escape de agua que ha llenado una de nuestras paredes de una humedad  que se ha comido toda la pintura. Pero el perito de la compañía de seguros ya  ha aprobado el presupuesto para que nos pinten la habitación una vez se haya  secado. Anteayer tuvimos un apagón que nos dejó sin luz durante ocho horas.  Esta vez fue una avería en un transformador que nos dejó a oscuras a medio  barrio.
     
    En general, debido a la crisis económica, se cierran algunos  comercios, pero se abren otros que parecen también interesantes. Hace un par de  semanas descubrí una tienda nueva en el Torrent de l'Olla especializada en  productos italianos. Entré buscando vinos de baja graduación (ya sabes que a mí  me encantan los Beaujolais y los Côtes du Rhône de 12 grados). Me atendieron  con gran entusiasmo al ver que seguía el hilo de todas las informaciones que me  estaban dando. 
     
    Me ofrecieron un vino siciliano tinto de 12 grados que según me  contaron salía de unas viñas que no fueron atacadas por la filoxera y han  sobrevivido hasta ahora. Ese vino, debo decir que es excelente y que si tu  tuvieras la oportunidad de probarlo acabarías a cuatro patas sin ninguna duda.  El vendedor me contó que están buscando tierra adecuada en Catalunya para replantarlas,  porque están convencidos de que esas cepas son las auténticas catalanas.
     
    También me he aficionado a preparar algunas conservas de la que se  confitan en este país, sobre todo a preparar la carne de membrillo que como ya  sabes aquí se llama codonyat. No se me olvidan tampoco las recetas que me  enseñaste de la cocina normanda como los "pies de cerdo al Calvados", "la  chevaline à la crème" o el delicioso sorbet de Calvados denominado "le Trou  Normand".  
     
    En cuanto al pescado o marisco debo decirte que ya no nos sientan bien  ni a Catherine ni a mí y que raras veces los comemos. El vino blanco ya no lo  usamos ni para cocinar a excepción del turbio gallego que nos encanta con el  "lacón con grelos" que de vez en cuando nos prepara una vecina que es simpatiquísima  y oriunda de Noia.
     
    Carmiña se desvive por nosotras y se siente muy honrada cuando  Catherine le pide que la acompañe a pasear a hacer gestiones porque necesita  saber que puede valerse por ella misma y que no quiere interrumpirme mientras escribo.  De la misma manera que Carmiña el resto de los habitantes de nuestro inmueble  nos aprecian y se sienten felices de tenernos como vecinas.
     
    Con Carmiña hemos hecho un par de excursiones que nos han resultado  muy agradables. En la primera fuimos a Santa Fé del Montseny donde dimos un  paseo delicioso entre las secuoyas y junto al estanque y en la segunda fuimos a  visitar el Monasterio Montserrat. 
     
    Estamos preparando otra excursión a la Serra del Cadí. Pero esta la  vamos a hacer como los valientes alpinistas o mejor dicho como pirineistas. Se  han apuntado varios amigos excursionistas amigos de Carmiña y pensamos pasar  tres días caminando para atravesar todo El Cadí y tres noches que dormiremos en  tienda de campaña. Catherina y yo confiamos en que esos excursionistas amigos  de Carmiña sean auténticos expertos. Ya te contaré como nos ha ido.
      
    Por otro lado ya sabes que a las que nos consideran solteras nos llega  todo tipo de ofertas de viajes y excursiones por tierra y apetitosos cruceros  por el Mediterráneo, pero ya sabes que nos gusta estudiar milímetro a milímetro  los lugares que visitamos y así, luego, la descripción de los paisajes se nos  queda mejor grabada en nuestra memoria. Eso puede parecer a algunas personas  que somos unas estrechas, pero es preferible que piensen eso a que nos tengan  por unas descocadas.
     
    Catherine me exhorta a que te explique cómo le gusta ahora ir a la  peluquería de Sants a pesar de que no puede mirarse en el espejo y mirar la  obra de arte que sus peluqueros realizan a menudo con sus cabellos. Ni qué  decir que nuestros amigos los peluqueros encuentran a faltar tu generosidad. 
     
    Catherine quiere que te cuente sus avances en el conocimiento de  multitud de rincones del barrio y que camina cada vez más segura por las calles  sin compañía de la misma forma que lo hacía en París y que sus progresos en el  idioma son constantes hasta el punto de poder escuchar todas las tertulias  radiofónicas… y que te manda muchos besos y abrazos… y que se acuerda mucho de  ti… y que cuando nos visites te acuerdes de traernos Calvados y un "pull marin"  (le vrai, es decir azul sin rayas) de esos que se llevan en Normandía.
     
    ¿Te acuerdas de Dominique? Ha vuelto a Barcelona después de estar  dando clases de francés en Vietnam. Ha estado diez años y parece que fue ayer.  Me ha dado recuerdos para ti. También me han dado recuerdos para ti las chicas  de la farmacia y la chica de la zapatería del Carrer Gran, Elvira, que se ha  casado y ya tiene una niña preciosa que parece una pepona. Quien me pregunta  también mucho por ti es la panadera del horno de la calle Asturias.
     
    ¡Ah! Y aunque no te lo creas uno de los mozos de la Ferretería Pagés  del Carrer Gran me dijo que eras muy simpática a pesar de que eras algo  "pejigueras" porque nunca quedabas contenta con los tornillos que comprabas y  que le diste bastante la tabarra con el aspirador que compraste y que les  obligaste a cambiarlo dos veces. 
     
    También me preguntan por ti los camareros de la Cafetería Salambó de  la calle Torrijos, esa que acostumbrabas a tomar un té a primera hora de la  tarde antes de entrar en el cine Verdi pues se habían acostumbrado a tu  compañía, sobre todo a aquellas tardes de los lunes de invierno en las que  nadie o casi nadie va al cine.
     
    Por mi parte te diré que he comenzado a escribir otro libro, una  especie de diario parecido a aquel libro que me aconsejaste leer ¿te acuerdas?  Se titulaba "Choses vues" de Victor Hugo. El hecho de que sea como un diario me  permite expandir mis pensamientos indefinidamente, sin la angustia de esperar o  buscar un final a mi propia conveniencia. Es un libro permanentemente abierto,  como la vida misma.
     
    En mis próximas cartas te iré enviando todos y cada uno de los  capítulos de mi nuevo libro. Con mis mejores deseos me despido de ti enviándote  un fuerte abrazo y mis mejores besos.   
                                                                                                  Johann R. Bach