30 oct 2016

"...les cuesta incluso a los científicos reconocer que todo lo que se halla en el planeta es natural..."


BRUNO VISITA EL LOUVRE

Las estatuas de los dioses griegos
–explicaba Bruno durante la cena- son dos veces y medio el tamaño de un ser humano normal y hoy lo he podido comprobar pues he visitado El Louvre.

Lo he leído en el folleto
que he comprado en la entrada. En él se explica que la ampliación es lo suficientemente pequeña como para que la figura siga siendo familiar, pero lo suficientemente grande como para que te sientas muy extraño al estar a su lado.

La mayoría de los mortales
detectan cierta amenaza inminente, pero su sentido común les dice que no hay peligro, de modo que no salen huyendo del museo. Mantienen una distancia que parece respetuosa y no se acercan demasiado aunque la curiosidad sitúe en sus corazones el deseo de hacerlo.

La "Victoria de Samotracia",
al estar colocada en lo alto de una escalera aumenta esa sensación de poder, al despuntar sobre una ola. Mirándola me he sentido muy confuso, pues me ha parecido ver mis ojos en su cara, sus ojos en una cara como la mía.

Ahora mucha gente en el planeta Tierra
quiere ser natural y sentirse unida a la tierra. La moda ostentosa es ya residual. Al parecer no se han enterado aún que el isótopo Germanio 123 es uno de los componentes –junto al azufre- responsable de la eliminación de las toxinas ingeridas por los carnívoros.

Aún no han aprendido a usar adecuadamente
ese alumino-silicato potásico llamado Adularia por extraerse de las canteras del pueblo Adulaire de Suiza. Todavía no han llegado a comprender que los feldespatos tienen, aparte de ser exhibidos en las colecciones mineralogistas de los museos, muchas otras aplicaciones; les cuesta incluso a los científicos reconocer que todo lo que se halla en el planeta es natural y que en el cuerpo humano se hallan todos y cada uno de los minerales de la tabla periódica si exceptuamos el misterioso Bario.

El siglo XX se empleó a fondo
en la explotación del oro negro el petróleo y a punto estuvo de desplazar la ambición del oro de los humanos que sin duda esa ambición ya está siendo sustituida por la fiebre del oro azul. Pero esa fiebre también desaparecerá como desapareció en la antigüedad la ambición por el estaño. El siglo XXI aún no será el siglo del platino…

A la salida del Louvre
le he comprado a un artista modesto una escultura en miniatura de la "Victoria de Samotracia" realizada con alambre de latón dejando entre las espirales de metal unos huecos que recuerdan las esculturas de Gargallo. El artista, casi no podía creer que alguien le comprara una de sus obras.
                                                                                       Johann R. Bach

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