19 dic 2016

Cassia añade un nombre más a esa lista de genios parisienses de nacimiento o adoptados


CASSIA LA ETERNA IMPÚBER

-¡Qué diferente vida la de Cassia!
Nadie allá abajo en los Bulevares hubiera creído que personajes tan alejados unos de otros pudieran reunirse en esta Fiesta de las Mansardas.

-Así es Rosa.
Me parece que en alguna otra ocasión he dicho que Cassia nació en Barcelona y no salió nunca de aquella ciudad salvo para hacer un viaje, a la edad de cuarenta y cinco años a París. Después de aquel viaje, volvió a Barcelona a buscar sus cosas y establecerse aquí definitivamente. Por otra parte no había ido más allá de Saint Denis,

Incluso cuando iba a visitar,
a Bretaña o a Normandía, a alguna amiga, volvía habitualmente por la noche o no dormía fuera de casa más de una o dos noches. Era de la opinión de que "no hay mejor aire que el de París". Y en cualquier lugar donde pudiera estar, habría preferido su riachuelo de la rue Saint-Honoré, de la misma forma que Antoine el de la rue du Bac.

Cassia añade un nombre más
a esa lista de genios parisienses de nacimiento o adoptados que han estado dotados con un altísimo grado de virtud afable y social, y que son fácilmente civilizadores. Cassia había salido, pues, a su abuela, y se nos aparece por otra parte única en su raza. Su talento, como todos los talentos, era totalmente personal. Yo la he descrito en mis relatos inspirando el respeto con dulzura, "por su estatura comedida, por sus cabellos de plata cubiertos de un tocado rojo bajo el mentón, por su modo de vestir colorido y algo recatado, y por su aire de persona de juicio mezclado con la bondad".

Bruno que acababa de echar una partida 
con ella al ajedrez le escribía a una amiga: "Cassia estuvo muy bien. Observo siempre el gusto noble y sencillo con el que esta mujer se viste: llevaba, hoy, un simple paño, de color azul oscuro, mangas largas, la ropa de lo más lisa y fina, la blusa blanca con topos también azul marino, y la más escrupulosa pulcritud en todo".

Pero Cassia no tenía que cuidar ni sostener los vestigios de una belleza que aún brillaba a base de destellos a media luz; encaneció francamente a edad temprana, es cierto, y se guardó el otoño de la vida en las sienes. Mientras que muchas mujeres se preocupan de retirarse en buen orden y de prolongar su edad de la víspera, ella tomó la delantera y se instaló valientemente en su edad del día siguiente. "Muchas mujeres –se decía de ella- se visten como la víspera, y sólo Cassia sabe siempre vestirse como el día siguiente, como una colegiala desbordada por un corazón ardiente lleno de vida". 

El calor había callado,


EL ACCIDENTE

Después de que nuestros huesos
hubieron tocado tierra, a través de nuestros rostros derrumbándose, no acabó nada, amor mío.

El calor había callado,
aquello que continuaba oponiéndose a la vida moribunda, indefinidamente se elaboraba.

La muerte no había crecido
pese a lanas rutilantes y sin comenzar la dicha., acechaba nuestra doble presencia.

La hierba estaba pisoteada y desnuda.

                                                                                  Johann R. Bach

18 dic 2016

La tierra había falseado su persuasión, ..., con su imaginación azafranada,

                                                                                                                               Opisso. Sala Astoria Barcelona

ROMPER CON LA TRISTEZA

Me ha alegrado mucho ver
cómo hoy Niko rompía con la tristeza convertida en un objeto aguerrido, con el espanto de lo convenido.

La tierra había falseado su persuasión,
la tierra con su velocidad algo insuficiente, con su imaginación azafranada, su usura agrietada por los actos de los sepultureros.

Nadie tendría que olvidarle
porque lo útil no lo había ayudado, no lo había dibujado entero ante la mirada de los otros.

Por el techo de cal blanca de su habitación, durante el tiempo que compartió estas mansardas con Antoine y Rosa, habían pasado algunos pájaros, pero su resplandor se había fundido en su sueño.

Me ha alegrado ver cómo el velo del paisaje lunar de esta noche maravillosa en la que todo es amor y música, ahora muy alto, despliega sus colores aromáticos por encima de Niko este gran personaje. Sale iluminado del frío y vuelve la espalda para siempre a la primavera que no existe en estas Mansardas porque ya no es necesaria.

¿Puedes ser más explícita Ermessenda?

-Claro que sí Rosa. Vengo a subrayar que toda su existencia fue una progresiva renuncia a los sueños de juventud: el amor, el absoluto del arte, la fe en la transcendencia. Y no es casual que Cassia haya visto en él a uno de los principales representantes de la Escuela de la Nostalgia, es decir, de esa nueva generación de hombres, tan brillantemente descrita por Aurembiaix, que había dado la espalda a la fe en lo ideal y al optimismo de la sexta década del siglo XX y había dejado de creer en la misión moral y social de la poesía.

Niko había perdido la confianza
en sus propias capacidades creativas, en la fertilidad de sus ideas y se dejó llevar, herido por el fracaso de crearse una profesión, hacía una posición introvertida, a replegarse sobre su pequeño velero y escribir obras de teatro sobre su cubierta.

La herida más humillante sería,
sin embargo, la que le infringió el amor. En su juventud se había hecho ilusiones de que su seducción intelectual se impondría a la falta de atractivo físico. Y no fue así. No es que Niko fuera poco agraciado físicamente, pero veía, impotentemente, como las chicas de su edad –y aún las más jóvenes que él- se aparejaban con hombres diez o doce años mayores que ellas.

No había remedio posible para esa "anomalía",
para esa pobreza de no tener una profesión y unos ingresos regulares que asegurasen la estabilidad a una familia. Se sentía impotente ante el pánico que tienen muchas mujeres a la pobreza económica.

-Así es Rosa. Unos son pobres y otros temen la pobreza…
Peor es, sin embargo, tener pobres ideas…

                                                                          Johann R. Bach

La sombra de la vida interviene a tiempo para preservar el lugar que le debemos en nosotros.


VIAJE HACIA EL MUNDO DEL ÁPEX

En espera de un nuevo tren
que nos lleve al Mundo del Ápex, la Estación y sus Bancos de Mármol riendo busca otros viajeros.

Entretanto, estamos sentados,
pelados de frío, como mancha amarilla, frente al radiador de la bestialidad.

¿Quién lo pone en duda?
Ni siquiera el Gran Frío, ese farsante.

La sombra de la vida
interviene a tiempo para preservar el lugar que le debemos en nosotros.

Cuanto más altas son las montañas,
mayor derecho asiste a los clarividentes de llevar el rayo de las cumbres en su bastón.

                                                                                              Johann R. Bach

17 dic 2016

País que guía el vuelo nupcial del hombre, por fin libre para saberse pájaro


A ORILLAS DE UN MAR GENIAL

Catalunya es, en parte,
la orilla desplegada de un mar genial desde donde se abalanzaron hacia la aurora el aliento y el saber y el magnetismo de la inteligencia, preñando con igual fertilidad poderes que parecieron perpetuos.

Es también, más allá,
un mapamundi de extrañas montañas: Una gran cordillera de origen tectónico y volcánico a la vez que se ofrece a la ternura serpentina de las diosas,

una cordillera costera
y otra emergiendo del agua en archipiélago que sonríen a la magia de los héroes Colón, Cervantes, Leonardo (?). País que guía el vuelo nupcial del hombre, por fin libre para saberse pájaro y parecer como tal;

es la respuesta a casi todo,
incluso al deterioro del nacimiento, incluso a los recodos laberínticos. Pero este suelo macizo hecho del diamante de la luz y la nieve, esta tierra imputrescible bajo los pies de su pueblo

–victorioso sobre la muerte
pero mortal por evidencia de pureza-, una razón extranjera intenta castigar su perfeccionismo, pretende ahogar el balbuceo de sus espigas.

¡Catalunya! Imaginarte es restablecerte.
Tus sanadores se hallan entre tu pueblo, y tu salud en tu derecho. A tu sangre incalculable llamo, el único ser viviente para quien la libertad ha dejado de ser enfermiza, que me rompe la boca: ella con su silencio y yo con el grito.

                                                                          Johann R. Bach

16 dic 2016

“No puede ser seria una escritora que se muere de risa cada vez que los críticos la nombran”.


UN CUERPO QUE SE OXIDA

En un breve descanso
Jim Hall el guitarrista del Saint Germain Quartet le pregunta a Ermessenda como cada vez que se encuentra con ella si se considera una escritora seria.

Ella, invariablemente contesta:
"No puede ser seria una escritora que se muere de risa cada vez que los críticos la nombran".

A continuación,
mirando las abultadas cejas de Jim como si quisiera profundizar en su alma en pena, Ermessenda continua su monólogo:

"Tocas muy bien la guitarra y el jazz es lo tuyo.
Déjame a mí la tarea de pulverizar la literatura de los actuales "corin-tellados" de la misma forma que Nietzsche destrozaba la filosofía a martillazos".

"Por otro lado ya sabes que
yo soy también un cuerpo en sí, que sí se oxida casi en su totalidad y procuro oxidarme placenteramente".

"Si estoy en esta Fiesta de las Mansardas
que sea para seguir subiendo como la hiedra por la Escalera de Mármol".

"Si he de abandonar
incluso mis últimos collares de platino y oro azul que sea por completo y que no deje más huellas que mis sílabas escritas y que me vuelva virtual sin espacio ni tiempo:

El puro a posteriori.

                                                                                     Johann R. Bach

15 dic 2016

BONES FESTES A TOTS ELS DE SUMA'T

                                                                                                                                            Montsec

UN JARDÍN DE PUERTAS ABIERTAS


Mira Ermessenda quién ha venido: El dulce Moustaki.

-Hola Georges soy Ermessenda ¿te acuerdas de mí? Fue en el 1.98… me diste tu autógrafo en el que sobre la "i" dibujaste, en lugar de la tilde, una margarita.

-No te recuerdo Ermessenda… creo que mi memoria no es demasiado buena. ¿Dónde fue eso?

-En un restaurante famoso de Sabadell,
"Euterpe" de nombre. Claro que había mucha gente alrededor y apenas te fijaste en mí. Por otro lado si hubiéramos tenido ocasión de charlar no te habría gustado lo que yo quise siempre decirte:

Si no hubiera habido tanta gente te hubiera gritado:

Todavía quedan muchos caminos en este jardín,
ese que tú añorabas, en los que se reconcilian en su ocaso, en el que se elevan suavemente sus briznas y encienden sus claridades.

Te hubiera dicho
que este es un País Abierto, donde los caballeros del día nacen con la mirada de su amor y los castillos de sus bienamadas tienen tantas ventanas como tormentas leves lleva el abismo.

Te habría abierto los ojos para que vieras que aún -"Il n'est pas trop tard"- no es demasiado tarde, para que vieras que aquí la hierba sabe mil divisas que no se contradicen, que no exactamente la Providencia de los rostros bañados en lágrimas.

En este Jardín Abierto,
como calificarías hoy a esta Tierra de Cátaros, hechizados quedan los animales y se da asilo al error. Su extensión medida por los miles de hectáreas de musgo verde donde revolcarse pueden los corazones es comparable al cielo que ha vencido el miedo del tiempo y adelgazado el dolor.

Abusando de mi "autóritas" de escritora

CERTIFICO:

Que desde siempre la hierba
en este País de Puertas Abiertas, ha sido buena con los locos y hostil hacia el verdugo, y se ha casado con el umbral establecido.

Que los juegos que inventaba el musgo aterciopelado
ha tenido siempre alas en la sonrisa (Castellers, Tió, Balls de Bastons, Sardanes… juegos absueltos e igualmente fugitivos). Esa hierba extendida por los prados del Pirineo y aguas abajo no fue –ni es- dura con ninguno de los que al perder el camino deseaban perderlo para siempre.

Que la hierba de Catalunya
ha establecido que la noche vale menos que su poder.

Que las fuentes no complican a placer su recorrido, que la semilla que se postra ya está a medias dentro del pico del pájaro, que desde siempre en este País de Puertas Abiertas tierra y cielo se han odiado, pero tierra y cielo conviven.

                                                                                         Johann R. Bach

14 dic 2016

¡Buenas Fiestas!


VIDA A PESAR DE TODO

Sol del aire, claridad que osa
dinos cómo vivir sin misterios.

Vida hecha con pocas atenciones,
en reducidos espacios,
abrasada por la intolerancia…,
de poesía necesitada ¿cuál es tu arte?

-Vida, ¿dónde está tu victoria?
-En ésta. Sobre aquél.
-Ya sé, Amiga, que el porvenir escasea.

                                                      J. R. Bach

BONES FESTES!


Catalunya país obert

Estimo aquests cims platejats
on s'ajoca la llum
que somriu en secret.

Estimo l'aroma d'aquesta mar,
el vent que trenca els seus núvols,
aquest idioma meu de dolça expressió .

Estimo aquest país i la seva ametlla
que fa del petó misteri, que abriga amb vinyes,
herba i oliveres al desemparat desconegut.

                                                      J. R. Bach

13 dic 2016

BONES FESTES


LLUMS FOLLS, A LA NIT OBEDIENTS, PERÒ

"És insuficient
l'optimisme de la filosofia ".

"La llum de la roca
abriga un xiprer més gran ".

"Els possibles atacs dels ocells
mantenen despert al roser que
es defensa amb les ungles ".

"Estels: Llums folls,
a la nit obedients, però".

                                                     J. R. Bach

BUENAS FIESTAS


Locas luces, a la noche, obedientes

"Es insuficiente
el optimismo de la filosofía".

"La luz de la roca
abriga un ciprés mayor".

"Los posibles ataques de los pájaros
mantienen  despierto al rosal que
se defiende con las uñas".

"Cometas: Locas luces, y, sin embargo,
a la noche, obedientes". 

                                                                  J. R. Bach

12 dic 2016

¡No os lo penséis tanto!


FUTUROS LASTRADOS POR FELDESPATOS

Quemadas ya las salivas mercuriales
tiemblan las cenizas al quedar desamparadas.

En la Escalera de Mármol
sobran los termómetros azogados y también los de alcohol pues sus puntos de fusión ya no juegan al mus.

El dominio de la tristeza innecesaria
se extiende entre los que pisan el musgo piel clorofílica de los que decidieron no retornar.

¡No os lo penséis tanto!
¡Quitaos del cogote los futuros lastrados por feldespatos!

No pidáis nada
que no se pueda expresar con un lápiz. Algunos están aquí, en este Refugio Nuclear para separar el enigma de las incisiones grabadas por las proteínas de la memoria.

El resto, dibujos de vuestros perfiles,
hay que dejarlo en las delicadas manos de artistas mitad ángel mitad mujer.

                                                                        Johann R. Bach

10 dic 2016

¡Felices Fiestas!

                                                                                                       El Canigó desde el Cap de Creus

LETRAS Y NÚMEROS

Era Navidad.
La casa se había llenado de familiares –casi todos desconocidos- una nube súbita los había obligado a huir del frío cerámico de sus casas imagen de la tormenta. Algunos de ellos hablaban el idioma de la escuela.

Ignorábamos qué esperaban unos de otros
aunque a nosotros nos bastaba con que existieran.

El nuestro era otro mundo.

Nos gustaban las sopas de letras:
¡Mirad! –decía mi hermano- tengo una M de mama, una P de papa, una A de Asun, una E de Ermessenda…, una C de Catalunya…

Mucho más discretos
eran entonces los números como si sus palabras se les quedaran en el rabillo del ojo. Buscábamos el "uno" y el "siete" reconocibles sólo porque figuraban sobre la puerta de la fachada numerada con el diecisiete.

Nuestro padre decía
que nunca se habían contado, ¡Son demasiados! –se excusaba.

Años más tarde descubrimos
que eran el equivalente de libros cuya clave se había perdido al naufragar el barco que los transportaba.

Nuestra madre cruzaba las piernas narrativas
y vigilaba que consumiéramos la sopa de letras por completo brindando por nuestra salud.

¡Comedlo todo como niños obedientes!
Cuando seáis mayores os enseñaré a sumar…

Era Navidad.
La casa se había llenado de familiares –casi todos desconocidos- que habían huido del frío cerámico de sus propias casas imagen de la tormenta.

Nuestros ojos centelleaban
buscando letras y números. 

BONES FESTES!


UNA MUNTANYA DAVANT ELS ULLS

Mentre escalivàvem les cebes
aquella fumera que s'elevava en l'aire fred de la matinada desembral era germana de la crossa de l'avi que incomodava a la pedra i del núvol que obria el cel.

No ens menyspreava,
ens acceptava tal com érem, escarransits rierols, parafrasejant Virgili, nodrits de desassossec i d'esperança, amb un pany a les mandíbules i el Canigó davant els ulls.

                                                                                           Johann R. Bach

La obra de Ermessenda es más bien un poema, poema en prosa, un poema moderno en que hay muchas cosas desconcertantes:


ERMESSENDA O
UN LARGO Y RARÍSIMO POEMA EN PROSA

-¡Caramba Biaix! Tú también eres una excelente narradora.

-Gracias Quentin. Creo que no hay para tanto, pero fue Ermessenda la que me enseñó a expresarme a ritmo de vals conviviendo ya con ella en La Escalera de Mármol la más tranquila Casa de Huéspedes.

-Tengo entendido que Ermessenda por aquel entonces ya era una gran escritora. Con tu relato me has despertado una curiosidad que no quisiera marcharme de esta Fiesta de las Mansardas sin haberla mitigado.

¡Ay Quentin!
Lo que yo te puedo decir de Ermessenda no es ni la millonésima parte de lo que su personalidad significó en los ambientes literarios del Planeta Tierra.
Pudo con todos sus críticos que fueron legión: la acusaban de que su literatura no estaba vertebrada. Yo pienso que, tener vértebras es también, así mismo, un deber supremo, sobre todo en La Escalera de Mármol pues el esqueleto humano no es un vulgar saco de nísperos. Por la columna vertebral circula el alma sensitiva.
Uno puede sentirse anonadado por la abundancia de materiales en aparente desorden, extraviado en un estilo prolijo y sinuoso en cuyo ritmo no se descubre al pronto ninguna ley; se siente a la vez atraído por el timbre de una música nueva cuya armonía no puede aún analizarse… De pronto, se tropieza con una frase o una metáfora que emerge del conjunto y parece contener algo extraordinario; una frase como translúcida, que permite deslumbrar, aunque todavía confusamente, el genio de Ermessenda.

El mismísimo Eugenio d'Ors el autor de El Valle de Josafat, donde se juzga a tanta gente ilustre, de manera poco expedita, pero siempre brillante y muchas veces admirable, no se atrevería a pronunciarse sobre la obra de Ermessenda. Ni siquiera él podría sospechar que tras el aparente desorden de los escritos de Ermessenda se halla escondido un orden mágico columna vertebral "quasi" celestial.

En alguno de sus escritos, Ermessenda llamaba la atención sobre los espacios métricos de Minkowski como forma distinta de concebir las distancias, el tiempo… con lo que demostraba que las matemáticas también formaban parte de su acerbo poético: era habitual en ella presentar unos personajes que carecen de silueta euclidiana, pues son más bien mudables concreciones atmosféricas, nubes de espíritu que vientos y luces a toda hora transforman.

-¡Bárbaro Biaix!
Continua tu discurso pues me haces sentir un hormigueo por todo el cuerpo que me pone la piel de gallina.

-Los escritos de Ermessenda no son una simple novela, son una larga teoría de novelas, de proporciones, asuntos, ambientes y personajes diversos, algunos de los cuales se interpretan mutuamente y cuyo conjunto está fuertemente trabado con el misterioso hilo de platino de una casi autobiografía.

Sus escritos no son poemas o relatos cortos, a la manera de los buenos relatos. Por eso su estructura no ha de medirse por la de aquellos. La obra de Ermessenda es más bien un poema, un largo y rarísimo poema en prosa, un poema moderno en que hay muchas cosas desconcertantes: sociología, patología, astronomía, fisiología, psicología, moral, metafísica, simbolismo, geometría, termodinámica, crítica literaria, crítica musical, Dios sabe cuántas cosas más, y sobre todo un análisis psicológico de un vigor, de una lucidez, una resistencia y una capacidad de perforación casi inhumanos por lo sobrehumano.

Es mucho más que una novela, es una fantasmagórica weltanschauung (cosmogonía), de nuestro mundo interior y de sus subterráneos. Claro que muchos escritores críticos sobre todo catalanes decían de ella que sus obras estaban rellenas de elementos sobrantes, excrecencias gratuitas, desabrochamientos familiares, excesos íntimos, tumefacciones innece-sarias y virutas inútiles de un estilo esencialmente externo y verbal, que a poco de penetrar en sus páginas has de volver a salir y dejarlas, como el explorador inepto en medio de una maleza cuyos pinchos y marañas se le hacen insoportables.

Lo maravilloso, lo único, tal vez lo inimitable del arte de Ermessenda es la densidad espiritual de la atmósfera que lo envuelve… Hay en ella, esa rara escritora, una metafísica trascendental que esteriliza y traspone a un plano mágico, de ensueño simbólico, todas las aberraciones de la física humana, incluso las más torpes y repugnantes.  Aunque a primera vista no se vea, Ermessenda es una escritora platónica, incluso neoplatónica, más nutrida en ideas y hasta de logos místicos que de bajas realidades. Así, esa maga de origen empurdanés puede casi afirmar que el secreto del acercamiento inmaculado de los sentimientos humanos, incluso los más impuros, se halla en las úlceras del alma humana, y lo único que le interesa hasta obsesionarle es penetrar en el fondo de la cámara oscura y secreta donde surgen los miasmas espirituales y contemplar el espectáculo fantástico de sus combinaciones etéreas y sulfurosas.

-No tengo un minuto que perder. Voy a leer todo lo que halle en la biblioteca de la Escalera de Mármol sobre los escritos de Ermessenda.

Sí Quentín, pero eso lo harás otro día. Ven, vamos a bailar y dejar que nuestras almas embriagadas de burbujas y felicidad nos lleven hacia el Mundo del Ápex.

8 dic 2016

por momentos parecería que varios soles se alzaran al mismo tiempo y volvieran a caer con un ruido de cohete fallido.


EL LIRISMO DE TÍA KARINA

Mira Quentin, acaban de llegar Clara y Aurembiaix. Ven, vamos a saludarlas.

-Hola chicas, me llamo Quentin. Rosa me ha hablado mucho de vosotras. Me decía que nunca os perdéis una sola de las Fiestas de las Mansardas.

-Hola Quentin esta es Clara y yo me llamo Aurembiaix aunque todos me conocen por mi diminutivo Biaix.

-Ven conmigo Clara; dejemos a Biaix y Quentin que hablen de sus cosas pues creo que tendrán muchas cosas que contarse. ¿Qué quieres tomar? Tenemos toda clase de bebidas… incluso espirituosas.

-Me ha contado Rosa que también va a venir Tía Karina una mujer de bandera. ¿Crees que vendrá? Me gustaría conocerla.

-Sí. Sin duda, vendrá. Su historia es una de las más interesantes de la familia.

Se llamaba Caterina debido a que en su lugar de nacimiento (Soller) era un nombre muy popular, pero en la familia se la denominaba Tía Karina por la influencia rusa de la época muy distinta de las cursilerías actuales Caty, Katty, Katia, Kattia...

La guerra civil era la responsable de sus coquetas representaciones detrás del bosquecillo de Can Dèu, al otro lado de la Iglesia de Sant Julià d'Altura, bien lejos de Sabadell de aquellos años, lo que es tanto como decir que en ningún sitio, en los confines de un mundo que ni siquiera era el nuestro. Nadie quería visitar aquel paraje acompañándola. Se prefería en la familia convertirla en una leyenda; así podíamos vivir con ella.

Cierto domingo, había llegado temprano a aquel paisaje lleno de caminitos húmedos y embarrados con raíces de árboles atravesándolos a todo lo ancho como huellas de patas de aves enormes. A fuerza de no ver otra cosa en el mundo que los milagros de la vida vegetal y animal, se situó en un extenso prado detrás de una pequeña cresta que daba al lugar -me imagino- el aspecto de una mano inmensa con la palma hacia el cielo, cubierta de hierba y matojos.

No es difícil recrear, en aquellos momentos, una ráfaga de viento cálido flotando bajo su cuello que le hiciera comprender que había cruzado una línea roja, la invisible frontera que todos los humildes habíamos trazado en la tierra y en nuestras mentes.

Me imagino al alguacil que la había seguido a distancia levantando los ojos y viéndola sentada sobre la espesa hierba salpicada de margaritas blancas, el tejido claro de su vestido, extendido alrededor de su cintura y me traen a la mente ciertas escenas campestres que se ven reflejadas en bucólicos cuadros. Con facilidad puedo representar en mi mente el prado y las flores que lo esmaltaban al parecer sólo para ella; cómo de vez en cuando, la brisa alzaba los vaporosos rizos de su cabellera, que le cubrían la nuca, de tenue sombra.

Como cualquiera otra maestra estaba mirando al frente, hacia lo que nosotros nunca quisimos ver. Tía Karina miraba aquel paisaje con una sonrisa inefable, una sonrisa a cuyo lado las que dedicaba a diario a sus alumnos -y El Cielo sabe qué hermosas eran-; parecían formales y distantes. Miraba la llanura -que se extendía hacia el macizo de Sant Llorenç de Munt-, parda, temblorosa e infinita.

A lo lejos, la línea del frente puede que se confundiera con la del cielo de tal modo que por momentos parecería que varios soles se alzaran al mismo tiempo y volvieran a caer con un ruido de cohete fallido.

Por lo que tengo entendido la guerra desplegaba su pequeño carnaval viril a lo largo de kilómetros, y visto desde Sabadell debía ser un simulacro organizado en un decorado para enanos de circo. La muerte no soportaba tanta pequeñez, y podría estar simulando que se marchaba llevándose todo su cargamento de dolor, de cuerpos destrozados y gritos perdidos, de hambre y miedo en el estómago, de tragedia.

Tía Karina miraba todo lo que sucedía en el mundo -el mundo de todos nosotros- con los ojos muy abiertos de la maestra que más tarde, durante muchos años en su propósito vocacional habría de explicar a "sus niños". Cuando fue sorprendida por aquel alguacil que no hablaba nuestro idioma tomando notas en su cuaderno lila con un lápiz tan pequeño que apenas asomaba entre sus dedos, sus labios pronunciaban palabras que tal vez fueran las mismas que escribía.

Como en una escena que yo hubiera visto realmente Tía Karina sintió que alguien la observaba, a sus espaldas, como un ladrón. Se volvió sin miedo y sus ojos se tropezaron con los del alguacil que en sus manos mantenía una carabina. Los gestos de ella se paralizaron durante unos segundos que debieron ser una eternidad. Luego sus ojos se deslizaron hacia las manos que sostenían el arma y volvieron a clavarse en los ojos del funcionario. Era como si nada viviera, como si nada se moviera en su interior, como si la sangre la hubiera abandonado para irse a otra parte.

Los ojos de Tía Karina debieron ser como dos clavos mojados en vinagre que se clavaban por todo el cuerpo de aquel hombre que empezaba a avergonzarse por haber interrumpido los pocos minutos gozosos de aquella injusta guerra. Él debió encogerse de hombros decidiendo desaparecer de aquel paisaje y dejando a Tía Karina en su universo. Un universo demasiado feo para ella. O demasiado estrecho, demasiado asfixiante. Un universo que los dioses y las princesas no se dignan mirar ni cuando lo atraviesan con la punta de los labios: el universo de los hombres.

Bosques... donde el sol no tiene acceso pero en los que, de noche, penetran las estrellas


MARES Y BOSQUES

¡Qué extraño sueño!
¡Qué extraño sueño para un alma urbanita viajando por  mar!

Ermessenda se hallaba
dentro de uno de esos bosques de hayas de los alrededores de Petit Quevilly donde el sol no tiene acceso pero en los que, de noche, penetran las estrellas.

Aquel lugar
sólo gozaba del privilegio de no ser arrasado porque todos los ministros en su palaciega egolatría lo habían descuidado.

A trechos,
el bajo bosque dejaba unos claros como si el recuerdo de una fuerza misteriosa acariciase el deseo de la fuga campesina de la hierba.

¡Nadie consiente en perder
lo que ha conquistado por la fuerza del propio esfuerzo y sufrimiento! De otro modo ello significaría la juventud y la gracia, fuente de dulce agua y delta empapado de mar tendrían la misma nitidez.

Al otro lado de la ventana
se mezclaban miles de estrellas con las aguas de un mar con horizonte fundido en la oscuridad. El ferry resbalaba sobre la piel de las aguas misteriosas en perfecta armonía con un minúsculo oleaje.

Ermessenda, se hallaba
dentro de uno de esos bosques de hayas de los alrededores de Petit Quevilly donde el sol no tiene acceso pero en los que, de noche, penetran las estrellas.

¡Qué extraño sueño!
¡Qué extraño sueño para un alma urbanita viajando por  mar!

                                                                        J. R. Bach

6 dic 2016

Olga jadeando se tumbó a mi lado y sus delicados besos me adormecieron.


EL pubis vitRocerámico DE ROSA

Gracias a esa experiencia de Escarabajo ojos de té,
Ermessenda pudo establecer –cuando se la conté- una relación de profunda identidad entre los tres momentos experimentados en el presente y los acontecimientos que venían del pasado, y una luminosa analogía, bajo la óptica de su pluma, identificó el íntimo lazo que había entre dos sensaciones, dos ideas y dos experiencias que se habían tenido entre el presente inmediato y un pasado perdido en la niebla del tiempo y que el azar reconocía como viviente y testimonial.

Esos son momentos privilegiados
que significan el descubrimiento de la vocación de escritor, que Ermessenda mantuvo durante toda su vida… y más allá.

Y aunque esas experiencias tomen nombres como "impresiones oscuras", "reminiscencias", "instantes profundos", "islotes insólitos", incluso "estados de ánimo excepcional estimulados por sustancias químicas", podemos reconocer en ellas la ilustración no sólo del origen de las novelas de Ermessenda sino también el proceso de creación que ha hecho posible el relato.

Algunos críticos dijeron de ella que su estilo alambicado era poco francés (como si sólo lo francés fuera bueno) aunque Aurembiaix, una de las almas más grande de las que ocuparon estas mansardas, afirmaba que Ermessenda, auxiliada con las alegoría pictóricas de Cassia era verdaderamente una formidable artista, una innovadora, una mujer excepcional que debió desarrollar una técnica y un estilo, para poder traducir en palabras su particular visión del Mundo del Ápex.

¡Caramba Rosa! Hablar contigo es un verdadero placer. Eres la auténtica Cronista de Las Mansardas

¡Ay! Eres muy amable Quentin, pero díselo a Antoin pues él está convencido de que soy una pesada cuando hablo de la vida y milagros de los demás. Él sólo encuentra calor y placer cuando pone su palma de la mano sobre mi negro pubis vitrocerámico.

-No me dirás que tu convivencia con Antoin no fue satisfactoria.

-Al principio no.
Me acariciaba amorosamente, sí, pero justamente cuando yo empezaba a volar, él eyaculaba sobre mi barriga pues no queríamos tener hijos que nos complicaran aún más nuestra vida. Aprovechando que iba al lavabo yo remataba la faena. Poco a poco me acostumbré a aquel tipo de relación íntima y la acepté como la cosa más natural del mundo. Y es que realmente aquellos momentos de calor máximo intermitente no eran sino una parte minúscula de nuestra convivencia.

Es posible que aquella relación sexual tan particular fuera la causa de mi paulatina pérdida de vista: en mi mente no quería ver aquello que no me gustaba. Antoin, ya lo sabes, es miope pero la verdad es que yo soy bastante cegata, sí. Fue una forma de vivir cómoda: no quejarme porque realmente de otra forma nuestra convivencia podría haber sido no tan pacífica.

-¿Y no tuviste ninguna otra experiencia?
-No ninguna con hombres. ¿Quién iba a fijarse en mí con aquella cara de pánfila si mis ojos quedaban casi ocultos por unos cristales culo de vaso? No era fea, es cierto, ni tenía un cuerpo maltrecho, pero el abundante vello de mis brazos me delataba como poco atractiva. El buen carácter de Antoin lo compensaba todo con creces.

Por estas mansardas han pasado una muestra variada y cosmopolita de jóvenes estudiantes: Julia una estudiante italiana compañera de una dama americana, Holger un filósofo alemán… Pero fue con Olga una pianista dálmata con la que experimenté algo que entonces aquí en París se denominaba flirt:

Aún no eran las diez de la mañana cuando cargada como una burra con la compra llegué a casa después del largo trayecto realizado a pie desde el mercado de Saint Germain des Prés. Olga saliendo de la ducha me ayudó sin vestirse siquiera a meter las cosas en la nevera. La observé de reojo: era preciosa y su proximidad y el olor a pino de su jabón de ducha hicieron que sintiera fuertes palpitaciones en mi vagina y como unas corrientes eléctricas subían unas sensaciones, jamás sentidas por mí, hasta alcanzar mis pezones.

El pulso en las sienes era tan fuerte que temí marearme. Me tambaleé un poco como si fuera a caerme pues las piernas me fallaban. Olga me sujetó y tumbó en el canapé de aquella habitación que Antoin y yo habíamos decorado como una sal de estar.

Le dije que sentía dolor en la espalda como excusa. Ella se puso un albornoz y empezó a masajearme los hombros y la espalda. Aquel placer que subía desde mi vagina volvía… una y otra vez… como en oleadas. En un determinado momento se montó encima de mí a horcajadas. Sentí cómo el suave vaivén de su pubis contra mis glúteos hizo que de mi vagina surgiera un chorro líquido como si me hubiera orinado. Tuve que morder la manga de mi jersey para ahogar el grito. Ella debió sentir algo misterioso: sus gemidos eran como los de un alma en pena, pero también eran de placer.

No me atrevía a moverme por miedo a que aquella sensación se esfumara y así llegó un momento en que Olga jadeando se tumbó a mi lado y sus delicados besos me adormecieron. Cuando desperté eran las dos de la tarde… Ella seguí a mi lado abrazándome. Antoin no regresaba nunca antes de las 6 de la tarde. Así que tuve tiempo de que mi pubis vitrocerámico conociera varias veces la sensación de placer de unos labios femeninos.

Durante los meses que Olga estuvo estudiando cada mañana repetíamos aquellos juegos amorosos y fue ella la que me leía de unas páginas mecanografiadas poemas llenos de metáforas surrealistas que me costaba entender, pero que llenaban mi alma de misterio.

-Creo Rosa que esa experiencia con Olga es algo que muchos hombres desearían haberlas vivido. ¿No volviste a verla más? -No.  Aunque espero con inquietud a que de un momento a otro aparezca aquí pues he visto su nombre en la lista de convocados a esta Fiesta de las Mansardas.

También, tengo que decirlo, intenté tener una aventura con Alexis un muchacho que tomó la habitación contigua a nuestro dormitorio. Estaba realizando un "stage" en la agreguría de una embajada. Tan sólo tenía veinticuatro años y simpatizábamos. Era un joven bien plantado, muy atento, más bien tímido, o por lo menos lo parecía, con una frente cupular, ojos luminosos y un bigotito corto como era moda. Me las arreglaba para aparecer desnuda ante él al salir de la ducha, pero nunca logré excitarle.

                                                                                       Johann R. Bach