26 mar 2017

Su relación matrimonial llegó a un punto en el que Flordeneu no podía expresar el menor interés


LA SOLEDAD NECESARIA

La verdad es que Flordeneu estaba hasta la mismísima coronilla de su marido y solía contener la rabia apretando los dientes mientras mandaba un mensaje para que vinieran a llenar el depósito de gasoil de la calefacción, mientras llamaba al fontanero para que instalase una ducha con alcachofa en el grifo de la bañera, …

Su marido era el responsable de que casi no le quedaran amigos, una de las razones por las que sentía un anhelo voluptuoso, sensual y casi febril por los placeres de la soledad. Necesitaba alejarse…, alejarse de todas aquellas relaciones arruinadas, de aquellas falsas sonrisas.

Sí. Necesitaba estar sola,
mirar el cielo y el paisaje
sin que nadie la observase,
no tener que fingir.

Su marido no tenía la culpa,
les decía a los demás,
de haberse vuelto tan "difícil".

Había sido culpa de la bebida.
Fue mala suerte no haber limitado su afición por el alcohol, los analgésicos, los antiinflamatorios y el bicarbonato para los excesos de especias, sal y mariscos. Sin embargo, huelga decirlo, ella en su fuero interno, sí culpaba a su marido.

Su afición al alcohol
sólo había acentuado su egolatría, su malicia discreta, su tendencia a poner a los demás en su sitio. Su ebriedad le daba excusas para comportarse mal, pero, en realidad, él siempre se había comportado mal. No soportaba estar en casa. Se aprovechaba de su alcoholismo como si fuese un regalo del dios Baco; lo abrazó como su estado natural.

En su juventud,
al menos se esforzaba por controlar su lengua, sus bromas a costa de los demás, sus ansias de demostrar que el resto del mundo era ignorante, ridículo y maleducado. En el terreno sexual la mayoría de las veces no podía penetrarme por falta de erección. En cierto modo el alcoholismo había eliminado ese autocontrol, le había dado carta blanca para la eyaculación precoz.

Sus humillaciones no se limitaban
al ámbito íntimo del hogar sino que él parecía disfrutar humillándola en público, quejándose de ella a sus espaldas, socavando su ánimo además de los momentos en que estaban solo viendo la televisión.

Su relación matrimonial llegó a un punto
en el que Flordeneu no podía expresar el menor interés por cualquier programa sin que él la atacase por sus gustos, sus aficiones o sus costumbres "intelectuales"…

Si veía el telediario, es que estaba obsesionada con las noticias, atrapada por los medios, y que la locura informativa de los directores de los programas le había lavado el cerebro hasta la sumisión. Si ponía un partido de tenis, él la sermoneaba sobre los males de los deportes de competición. Si veía documentales sobre la fauna salvaje, se burlaba de ella por interesarse por los tejones y las mariposas cuando debería preocuparse por los problemas de los centros de las ciudades. Si veía una serie de humor, él la llamaba soñadora, y atacaba a la comedia en cuestión por ser una cómoda fantasía de clase media o una glorificación de la subcultura de la clase trabajadora.

Viese lo que viese, estaba mal,
y si no veía nada, vaya, entonces alegaba que era una snob, incapaz de compartir con su marido los placeres más básicos de la vida cotidiana. Noche tras noche, con un ángulo oblicuo a través de la pequeña pantalla, la maltrataba.

Él no odiaba la televisión, sino a ella.

"La mía –le había confesado a Francis- era una historia sin sentido… hasta que te conocí: a mi marido, a modo jactancioso, le gustaba que se supiera que su abuela era de estirpe noble. Revelaba ese dato en tono de broma, pero, por lo pronto, lo revelaba… demasiado a menudo. Eso no era elegante por su parte aunque ¿acaso no te estoy yo ahora diciendo que me casé con un hombre de noble familia? La diferencia es que todo esto sólo te lo he contado a ti".

                                                                                   Johann R. Bach

4 comentarios:

  1. XANA GARCÍA
    22:14 (fa 1 hora)

    per a usuari
    "
    Sí. Necesitaba estar sola,
    mirar el cielo y el paisaje
    sin que nadie la observarse,
    no tener que fingir."
    Cómo no necesitar estar sola con un marido dado a tantos excesos, posesivo, ególatra, que pretende arruinar la vida de Flordeneu, humillándola ante los demás, minándola psicológicamente. Afortunadamente ahora tiene a quien contárselo sin fingir.
    Es una excelente narración, con una temática que ha existido siempre y parece no terminar... Buena noche, poeta

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  2. Griselda Corni Fino
    1:02 (fa 22 minuts)

    Que curioso, es una historia muy común con la que nos identificaríamos un cincuenta por cien de las mujeres ¿Qué un cincuenta? Un ochenta por lo menos, porque en eso degenera casi siempre el matrimonio en un deseo irrefrenable de perderlo de vista y zambullirse en la mas absoluta soledad hasta que se regeneren los sueños.

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  3. Pilar Dehesa
    5:54 (fa 1 hora)

    Muchas gracias por compartir tu gran talento.
    Matrimonios que duran una eternidad con un sufrimiento cotidiano es culpa de ambos.
    Sabes me imagino perfectamente bien todos los angulos de esta mala relacion, podria parecer algo comico dentro de una tragedia.

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  4. PATRICIA

    O lalá ( no sé si se escribe así, pero así suena) Empatizo con Flordeneu y la comprendo...0.0

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