17 nov 2016

Leyendo a Ermessenda aprendí que la emoción es todo en la vida y aún más allá


SEXO SALVAJE

Miles de estridentes carcajadas estallaban
mezcladas con música de jazz ya exenta de humo de tabaco en aquel angosto pasillo de las mansardas del 13 Bd. Raspail. Nunca tantas almas se habían reunido en un espacio tan reducido. Nunca había visto un alma sencilla como Rosa por ejemplo, hacer un comentario tan profundo sobre una escritora prolífica como Ermessenda. Yo os lo cuento todo tal y como se lo oí decir a Rosa hablando con Quentin.

Rosa, echando largos tragos
de naranjada con calvados, le comentaba a Quentin que Ermessenda escribía, refugiada, desde su guarida frente al Mediterráneo, en un pueblecito blanqueado de la Costa Brava, el fin del mundo, el silencio otorgado por Poseidón, apenas la certeza de su estilo frente a la soledad y el desarraigo. Allí se sentía como el último habitante de una lengua casi desaparecida, engullida por la vulgaridad, la pedantería, el mal estilo.

¿Pero –preguntó Quentin- a qué llamaba Ermessenda
marea negra del mal gusto?

Ni más ni menos –contestó Rosa-
que a la decadencia de la literatura francesa y sus "afines" la catalana, la gallega, la italiana y, por supuesto, la española, acartonada, amnésica, inerte, una lengua de mercaderes, tocada de muerte como el latín de Ausonio y Rutilio, pero también emblema de una enajenación sexual generalizada, como la de esas frígidas que disertan hasta el infinito sobre el estupro. Porque para ella sólo cabía una Verdad Sexual sexo salvaje frente a la impotencia de sus contemporáneos. A Sartre, A Malvaux, a Gide los comparaba con putas baratas "que no sabían ni hacer una paja".

Ermessenda fue el J'accuse contra su tiempo,
es decir, contra la cretinización de la cultura y la malversación de los recursos de la sociedad a cada instante. Porque sólo el tiempo cuenta el instante y nada más.

Escribir en carne viva, detener el instante,
comportaba en Ermessenda un mensaje directo al sistema nervioso de todos los países de origen latino. El resto, según ella, no era más que palabrería hueca como si hubiéramos sido condenados a una gigantesca Torre de Blablabla. La suya era una sucursal del Mundo del Ápex a punto de ser blanqueado, el cabaret de las almas perdidas. Nada de valses. Escribía a ritmo de jazz: "Te abrazo –dejó escrito-, pobre siervo, Landrú escrofuloso, lenguado lúbrico, lánguida anémona.

¿Sabes Quentin? Algunos escritores
quisieron ser condescendientes con ella e intentaron justificarla: "Es una depravada sexual –decían- aunque escribe muy bien". El argumento clásico no resuelve la única pregunta interesante: ¿Cómo puede ser una persona depravada si es un gran escritor?

La respuesta amigo Quentin,
es una nueva condena a los infiernos de la nada, prohibido hablar de Ermessenda. Pero ¿qué es eso de la nada? Las parcelas de los cementerios contienen más huesos que un saco de nísperos, es decir, algo son; y, si además contienen lápidas con poemas inscritos rodeadas de flores de sus admiradores, entonces estamos ante una obra de arte. ¿Qué se pudra! –decía a coro una muchedumbre de envidiosos.

Escritores de todo pelaje
se apresuraron a presentarla como un simple epígono de Sartre, de Miller, de Faulker y Genet, cuando en realidad era Ermessenda su inventora, quien abrió la puerta de ese "pudridero repleto de novelas peores que el sexo triste y moralizador".

Ermessenda aborrecía la literatura moral,
con su tufo a sacristía progresista, el mantra de los fariseos de todos los tiempos. Su profecía se está cumpliendo: "también –dijo- el griego clásico desapareció durante más de mil años, será así como regresaré de entre los muertos". Por supuesto se refería a ellos, los sumos sacerdotes de la gran literatura: "pálidos esqueletos que en su fiebre de odio se ensañan con un fantasma".

La ultrajaban sin conocerla.

Todo eso que me cuentas Rosa –decía Quentin- me inquieta y al mismo tiempo me emociona agradablemente pues ya sabes que yo fui un escritor un poco superficial, sí, pero honesto, nunca de cartón. ¿Nunca creí, en mi sencillez asistir a una fiesta como esta donde el regocijo de tantas almas relacionadas con las letras se confunde con el jazz y el sexo salvaje?

Ya lo ves amigo Quentin,
por fin se ha hecho realidad el vivir la vida al galope, contar rápido el fondo de la gran estafa colectiva, ridiculizar a tantos cadáveres exquisitos podridos en el altar del Gran Masturbador de Dalí.

Leyendo a Ermessenda aprendí
que la emoción es todo en la vida y aún más allá. Hay que encontrar el pálpito, acertar a transcribirlo o será su fracaso causa de la próxima muerte, un descenso inesperado en la infinita Escalera de Mármol.

¡Vaya fiesta! ¿Os habéis olvidado de mí queridos amigos?
Soy yo, la narradora, una insignificante araña, cuya única habilidad es la de manejar con soltura mis patitas y, gracias a mi diminuta alma me he colado por debajo de las puertas puedo ser testigo de todo lo que acontece en esta fiesta.

No tengo ni un minuto que perder,
voy a cruzar la barrera anaranjada del tiempo en tromba. ¡Al diablo el público! ¡Me voy a meter de lleno en la fiesta! Lector de buena fe lee todo lo que Ermessenda escriba pues yo acabo aquí mi relato porque yo también quiero divertirme.

                                                                                                Johann R. Bach


4 comentarios:

  1. XANA GARCÍA
    20:16 (fa 3 hores)

    ....un personaje que rechazó la comedia humana de su tiempo a punta de palabras"
    No me extraña que Quintín hable así de Hermessenda,porque ella no sólo maneja como nadie la grandeza de la bella metáfora ,ahora también critica duramente a bocados a todos aquellos encorsetados en un lenguaje sin evolución.Pueden copiar a Hermessenda ,pero nunca serán" ella" ,porque los parásitos ni saben copiar bien y les delata la falta de creatividad y frescura ,y sobretodo ,en su fuero interno saben de su impotencia comunicativa,de su amargura nace el odio.Respecto al comentario de Vargas LLosa ,muy simplista y sin ápice de humildad,no son así los que habitan o habitarán en el Parnaso,hace tiempo que anda entumecido.Me quedo cuando se rumoreaba hace años sobre su posible Nobel a Dylan y dijo:Me alegraría igualmente si me lo dieran a mi o a Cohen.Cohen no lo recibio pero para mi descansa enOlimpo.Es un texto duro,y fascinante por real.Cómo me alegra saber más de mi apreciada Hermessenda!!***

    ResponderEliminar
  2. Griselda Corni Fino
    12:35

    Pues a mi me parece que el escritor no debe tener prejuicios de ninguna clase al escribir , el buen lector ya se encargara de enjuiciar ,
    El relato es estupendo y me quedo con la pequeña frase enorme en su contenido . La emocion es todo en la vida

    ResponderEliminar
  3. Griselda Corni Fino
    9:32 (fa 0 minuts)

    Siempre lo establecido tiende a poner diques a el agua fresca en todas las parcelas de la vida pero siempre tienen filtraciones y la intelectualidad y la ciencia avanzan pese a todo

    ResponderEliminar
  4. ME ENCANTAAAAA!
    Decir que estoy de acuerdo en que se puede escribir y con ello no dañar el espíritu del lector, sino embriagar esa alma que permanece dormida aunque todos quieren sacarla a la luz y no se atreven....
    Me gusta esa manera desordenada y a la par ordenada de demostrar otro hablar de mariposas....
    Dejarse llevar!!!!!!

    ResponderEliminar